Quien no tuvo la oportunidad de contemplar en el cielo la última Superluna, la más intensa de las últimas décadas, no tendrá que esperar mucho puesto que el próximo 14 de diciembre se producirá una muy similar. La Luna no se acercará a la Tierra tanto como en la última ocasión, es cierto, pero la diferencia será lo suficientemente pequeña como para que resulte imposible distinguirla ni siquiera en el caso de haberla inmortalizado fotográficamente.

De hecho, las superlunas, una denominación que no tiene nada de científico sino que procede del mundo de la astrología, se producen con una cierta asiduidad. Otra similar se registró el 16 octubre.

Las superlunas se producen porque la órbita del satélite alrededor de la Tierra no es estrictamente circular, sino un poco elíptica, lo que provoca que en algunas ocasiones se encuentre más cerca, el llamado perigeo, o más lejos, el apogeo. Si coincide con la fase exacta de luna llena, entonces el espectáculo astronómico está garantizado. Cada año hay unos 12- 13 ciclos lunares, de los cuales entre 3 y 5 forman superlunas porque coinciden con el perigeo.

En el perigeo del lunes, el satélite se encontraba exactamente a 356.511 kilómetros de la Tierra, mientras mientras que el 3 de diciembre del 2017, cuando se espera otra muy intensa, se situará a 357.495, una diferencia de apenas 984 kilómetros, equivalente al 0,27%. Por supuesto, se trata de un cambio de brillo imperteceptible para la vista. La mayor Superluna del siglo XXI se producirá el 6 de diciembre del año 2052, con nuestro satélite a una distancia de 356.429 kilómetros.

Entre un perigeo extremo como el del lunes y un apogeo también récord la diferencia aparente del diámetro de la Luna puede llegar al 14%, pero incluso en este caso la NASA considera que la diferencia de brillo es inferior a las perturbaciones que ocasionan las luces urbanas. “Además, no hay reglas flotando en el cielo para medir los diámetros lunares”, bromea.