Hace tan solo 33 años la mujer española tenía que pedir permiso a su marido para hacerse el pasaporte o abrir una cuenta bancaria. El 2 de mayo de 1975 una ley otorgó a las mujeres su capacidad jurídica para actuar por sí mismas. Aquella ley suprimió la licencia marital y la obediencia al marido del Código Civil. Una cacereña fue una de las principales impulsoras de aquel cambio legal que permitió a las féminas ser dueñas de su persona y de sus bienes, la jurista María Telo Núñez.

Su nacimiento casi ocasional en Cáceres --era hija de militar y solo vivió tres años en ella-- y una vida profesional cultivada en Madrid, hacen que María Telo sea prácticamente una desconocida en su ciudad natal. "No tengo vínculos en Cáceres pero me alegra haber nacido allí por su historia trascendental" , dice. Sin embargo, es una de las juristas más reputadas del país, reconocida sobre todo por su lucha incansable por los derechos y la igualdad de la mujer. Está considerada como una de las mujeres más importantes del siglo XX.

Ahora tiene 92 años y el martes fue investida doctora Honoris Causa por la Universidad de Salamanca junto al escritor Miguel Delibes y el economista Alvaro Cuervo. "Me llena de emoción porque por el vínculo especial que tengo con esta Universidad, donde estudié Derecho", valora a este diario por teléfono desde Salamanca el lunes. Es la tercera mujer en la historia de la Universidad que obtiene el título.

Desde la autoridad que le da su edad y su lucha personal por los derechos de la mujer, se atreve a sentenciar que no todo está ganado en la batalla por la igualdad y que queda mucho por hacer. "Ha habido un cambio muy grande --dice--. ¡Menuda diferencia! De no tener derechos a tenerlos todos. Pero, aunque tenemos la igualdad jurídica, nos falta la de hecho. En eso queda mucho por hacer y es más difícil porque hay que cambiar mentalidades".

La trascendencia

La primera que debería cambiarla es la mujer. En su opinión, son ellas las que tienen que "preocuparse". Las leyes contra la violencia doméstica o la paridad en el Gobierno son beneficiosos para andar ese camino, pero se necesita más. "Las leyes abren puertas y hay que aprovecharlas para hacer que todo cambie", insiste.

Eso requiere que la mujer "se involucre más". "Los hombres ven la lucha por la igualdad con recelo e ignorancia, sin darle trascendencia. Pero las mujeres de hoy tampoco se la dan porque creen que lo han conseguido todo y no es cierto".

En su opinión, el fallo no está tanto en que las mujeres no lleguen a altos cargos sino que ellas mismas no opten a oficios masculinos. "Cuando las mujeres decidan ser albañiles o fontaneros, las cosas serán distintas, habrá mayor igualdad".