“Se esforzaron mucho por preservar a lince, pero no tuvieron previsión cuando los soltaron”. Pedro Pérez resume el sentir de los vecinos de Adamuz, un pequeño pueblo en el parque natural Sierra de Cardeña y Montoro (Córdoba) donde el programa de recuperación del lince ibérico demuestra su mayor éxito: el animal, casi extinguido, se ha adaptado tanto a su hábitat natural que ha recuperado su espíritu salvaje. Lo atestiguan el millar de gallinas y aves muertas en los últimos años cinco años bajo sus garras, que apuntan ya al ganado bovino y caprino, la segunda fuente económica de la localidad después del olivar.

El concejal de Medio Ambiente de Adamuz, Rafael Redondo, se muestra tajante al asegurar que el lince ha acabado convirtiéndose en “un problema” para el pueblo, que temen vaya a más cuando la actual colonia asentada en los alrededores de Adamuz, unos 60 o 70 ejemplares, según el último censo del programa Iberlince, vaya aumentando. Y equiparan su caso al de otros municipios de la cornisa cantábrica asediados por los lobos o los osos, por lo que ya han convocado a los afectados a una reunión en la que consensuar su postura de cara a un encuentro posterior con la Consejería de Medio Ambiente para pedirle que tome medidas.

FESTINES DE PAVOS Y GALLINAS

Las enfermedades víricas esquilmaron las colonias de conejos en los alrededores, por lo que, ante la falta de su principal alimento, “lo más fácil que tienen es comerse las gallinas”, que además son menos difíciles de cazar. La escena se ha repetido en los terrenos de los 40 afectados: al despertar, en el gallinero descubren una algarabía de plumas y restos de animales muertos. En algunos casos el lince se cuela aprovechando un roto en la malla que los rodea, aunque Pedro asegura que en su finca “escarbaron un poco por debajo de la malla y entraron” para darse un festín: gallinas, pavos y ocas. Las foto-trampas puestas en ocasiones por ellos mismos terminaron por desvelar qué especie era la protagonista de los asaltos nocturnos. Incluso algunos de estos glotones intrusos carecen incluso de correa con transmisor, lo que indica que se trata de población autóctona ya nacida en libertad.

Tanto Redondo como Pérez coinciden en que los linces fueron liberados en pueblos cercanos, en los que sí se convocaron reuniones previas para informar a los vecinos del proceso y explicarles qué medidas podían tomar, pero luego el animal ha ido avanzando por el terreno en busca de alimento. Tras los asaltos, su primera opción fue poner en aviso a los responsables del programa de cría del lince, donde les explicaron las causas, y posteriormente se dirigieron a la administración regional en demanda de una posible compensación. Ahí surge el principal escollo, ya que los afectados lamentan que se han sentido desatendidos.

“Al principio te daban un rollo de malla para que repusieras la destrozada”, rememora Pedro, “y más tarde han pagado, cuando lo han hecho, entre 4 y 6 euros por animal muerto”. Una ayuda, explica, que no compensa el esfuerzo de criar pollos de 5 kilos durante un año que podrían vender en el mercado a un precio mucho mayor. El daño llega también al bolsillo, ya que la mayoría de los afectados son jornaleros que tenían su pequeño criadero para autoabastecimiento, y ahora tienen que comprar los huevos o la carne de ave en el mercado. La voracidad del lince también ha llegado a las explotaciones de ganado caprino destinadas, estas sí, a la venta.

CONEJOS Y CAZA

Desde el programa Iberlince tildan de exageradas las cifras de los asaltos y niegan que haya escasez de conejos, aunque reconocen que, al ser más facil de cazar, los linces optan por las aves. Por eso consideran que la solución pasa por complicarles el acceso a los gallineros. Los afectados insisten en que no tienen nada en contra de los linces, cuya recuperación ha permitido dinamizar el turismo rural en la zona con empresas que ofertan excursiones con la posibilidad de observar al animal en su hábitat natural, merodeándo por el pueblo.

“Pero no se puede coger y soltar los linces sin preocuparse de nada más porque lo único que provocan son daños”, dice Pérez. “Llegaremos a un punto en que será el lince o nosotros”, apunta, reclamando una y otra vez que parte de los fondos europeos del programa de recuperación se destinen a la cría de conejos y sus vacunas, a fin de aumentar la densidad de alimento para este animal. También solicitan que se reduzca la poblacion de otros depredadores que también se alimentan de conejos, como los zorros. “Es lo único que tienen que hacer, criar miles de conejos y soltarlos por el campo”, insiste como única panacea, augurando que, cuando con el paso de los años el censo de linces alcance las centenas, “la única opción será solicitar permisos de caza”.