Su favorito es Melchor. No tiene muy claro porqué. Quizá porque era el primero y los primeros siempre serán los primeros. Tal vez sea por el oro. Ni el incienso ni la mirra brillan tanto. «Por bonachón», dice. No lo sabe. Yo tampoco lo tuve muy claro. En casa siempre fuimos más de Papa Noel así que para qué quería yo un rey. Si me preguntaban también decía Melchor porque algo había que decir. Poco me interesaban las coronas. Los caramelos sí. Él tampoco lleva corona. Prefiere una chistera y su magia es comparable a la de sus majestades si hubiera que elegir una cuarta. Porque está claro que Óscar Pascual (Cáceres, 1977) tiene poderes. Y hace doble turno para demostrarlo. El primero con el uniforme del 112 y el segundo con los niños de los hospitales. A los primeros les salva la vida y a los otros les rescata algo que hace que esos niños sigan siendo niños: la ilusión.

Él también era uno cuando conoció al mago Acero -extremeño también—y le enganchó con un truco. «Yo quiero hacer eso». Tenía nueve años y vivía en Vigo. Porque Óscar nació en Cáceres y ahora es su casa pero su infancia fue itinerante por el trabajo de su padre. Le impresionó tanto la magia de aquel ilusionista que lo tuvo claro y no paró de practicar en el salón de casa hasta que la adolescencia le hizo olvidar como a todos. Suerte que cuando la pubertad le dejó de nublar la vista recuperó la chistera. Tenía veinte. A esa misma edad se subió por primera vez a la ambulancia, otro de sus sueños de infancia. Cuando veía pasar una se preguntaba qué pasaría si se dedicara a ayudar a los demás dentro de una. Y además le fascinaba el sonido. Así lleva veinte años. Trabaja como técnico de la unidad de emergencias en el hospital San Pedro de Alcántara. Cada día aguarda junto a sus compañeros en una cabina a la espera de salir a cubrir cualquier urgencia. Entre guardia y guardia se dedica a dar charlas a jóvenes y lo que le queda lo reserva para la magia. Ofrece espectáculos de todo tipo. Y viaja a las galas que ahora se reparten en la región. Con los años en Extremadura ha crecido el interés en el ilusionismo pero cuando él empezó apenas eran unos pocos. «Ahora hay cultura mágica». Una cultura que él mismo promulga desde casa. Tanto es así que antes acudía solo a los shows y ahora a la mayoría de los eventos le acompaña un ayudante: su hijo de diez años. El pequeño se subió por primera vez al escenario a los cinco y ahora no quiere seguir otro camino que no sean los pasos de su padre. Su otra hija acaba de cumplir los cinco y también reclama su turno. Relevo tiene. Lo llevarán en la sangre. Una baraja de cartas, unas cuerdas, cualquier cosa le sirve. Y sino siempre se puede sacar de la chistera a una de sus tres tórtolas albinas --que no palomas--. Se llaman Harry, Arwen y Magic.

Desde hace unos años forma parte de la fundación Abracadabra, una organización solidaria que aglutina a un centenar de magos de todo el país como los mediáticos Jorge Blass o Jandro y que recorre sesenta hospitales para acercar la magia a los que «más la necesitan»: niños hospitalizados, ancianos, personas con discapacidad o jóvenes en riesgo de exclusión. La organización se fundó en 2005, ha llegado a un millón de personas y ha formado a 5.000 pequeños aprendices de mago. El cacereño se encarga de visitar una vez al mes a los niños hospitalizados del San Pedro y del materno infantil de Badajoz. No se compara con nadie pero es él mismo el que cita a Patch Adams, aquel excéntrico médico vestido de payaso que llevó al cine Robin Williams y que curaba a los niños con la risa. «Soy el loco que cree que la risa lo cura todo», defendía el médico americano. Óscar tiene claro que son los tratamientos médicos los que les curan pero también cree que su labor influye en su mejoría. «Hace una semana que no veía reír a mi hijo», le llegó a decir un padre después de un show. Devolver la ilusión es el mayor de los poderes. Y si no tiene guardia, el 10 de enero volverá a visitar la planta el San Pedro mientras prepara un espectáculo para el Gran Teatro. Hoy recogerá el maletín pronto porque esta noche vienen los otros tres magos y hay que acostarse temprano.