La Audiencia de Barcelona ha condenado a cuatro años y un día de prisión a Gabriel Alejandro Fernández, el propietario del bar 242 de la calle Entença de Barcelona, por los ruidos procedentes de su local, que estuvo funcionando ilegalmente como after-hours --un local de copas que abre cuando el resto cierra-- durante seis meses. En la sentencia, se condena al procesado por un delito contra el medioambiente, pero le absuelve de los nueve delitos de lesiones de que le acusaba la fiscalía --que solicitaba quince años de cárcel-- por los daños que causó en la salud de sus vecinos.