El alcance de la tragedia ocurrida el pasado domingo en Sigüenza puedo haber sido menor de haberse tomado una sencilla precaución. Ninguno de los cuatro menores que murieron en el accidente de tráfico iba sujeto con ningún sistema de retención infantil o el cinturón de seguridad, pese a que es obligatorio desde el mes de julio del 2004.

Poco después del accidente, los investigadores se preguntaron por qué habían fallecido los seis ocupantes del todoterreno Mitsubishi Montero, mientras que del otro vehículo, un monovolumen Citroën Evasion, falleció la mujer que viajaba en el asiento del copiloto, pero se salvaron el conductor y las cuatro niñas que viajaban detrás.

CONOCIDO EMPRESARIO El impacto frontolateral había afectado de modo similar a ambos vehículos, por lo que la explicación más plausible es la de los cinturones. En el todoterreno sólo lo llevaban abrochado la conductora, Reyes M. E., de 47 años, y su marido, Guillermo Wakonnigg Figueras, de 49 años, un conocido empresario, heredero de la histórica empresa de telas de lujo Gastón y Daniela. Los cinturones no pudieron salvar sus vidas al ir delante.

Pero ninguno de los tres niños y la niña que viajaban detrás contaban con el mecanismo de retención obligatorio, probablemente porque se hallaban en esa franja de edad en la que no pueden llevar sillita, pero el cinturón no les alcanza. Dos tenían 11 años, otro 13 y la chica 15. En estos casos la ley obliga a usar un cojín elevador.

Tres de las cuatro chicas que viajaban en el monovolumen sí llevaban puesto el cinturón. La cuarta, de 12 años, que no se lo abrochó, sufrió heridas graves. Respecto a las causas, los investigadores mantienen la hipótesis de un exceso de velocidad del

4x4 que le hizo saltar de carril.

Los dos peores accidentes con turismos en lo que va de año han sido protagonizados por todoterrenos de la misma marca. El pasado 7 de febrero otro Mitsubishi Montero sufrió un choque frontal con una furgoneta Fiat Ducato, con el resultado de ocho muertos.

EL FUNERAL Tras reponerse de la tragedia, Sigüenza se vistió ayer de luto y las banderas de sus edificios públicos ondearon a media asta y el obispo de la diócesis, José Sánchez, ofició una misa funeral, a la que asistieron unos 300 fieles, entre familiares y amigos de las víctimas. En la homilía, Sánchez quiso acompañarlos "en estos duros momentos", tal y como quedó reflejado en las caras de dolor y desconsuelo durante el acto.