Los indicios se acumulan contra los padres de Asunta, la niña de 12 años cuyo cadáver apareció en una pista forestal del municipio coruñés de Teo la madrugada del 22 de septiembre. El nuevo escollo que deberán sortear las defensas de Rosario Porto y de Alfonso Basterra será tratar de justificar por qué los trozos de cuerda hallados junto al cuerpo sin vida de la menor proceden de una bobina de la casa de la familia próxima al lugar donde se encontró.

Esa es la conclusión que arrojan los resultados preliminares de los análisis químicos practicados a las fibras de los cabos anaranjados que la Guardia Civil localizó alrededor de la víctima. Un aspecto que se presume determinante cara a esclarecer la autoría del crimen y que, junto a otros avances en las pesquisas, llevó al juez que instruye el caso a decidir el ingreso en prisión de los progenitores.

El magistrado José Antonio Vázquez Taín considera "clara" la relación de Porto con la muerte de su hija, según explicita en el auto remitido a la defensa de la mujer. En el escrito relata que "todo apunta" a que la imputada estaba con la menor "a la hora en que, presuntamente, se produjo el fallecimiento" y apela "al contenido gástrico" de Asunta para reforzar esa deducción.