TKtierkegaard , además de danés, nació jorobado y, para sobreponerse, se tiró a la filosofía como otros se tiran a la bebida o a la vía del tren. Media vida pasó reflexionando sobre el pecado y la culpa antes de escribir un libro de mediano tamaño que ya nadie lee, por plasta y por sabido. Porque no hace falta ser muy danés ni muy filósofo para saber que el pecado está obsoleto y la culpa es una baba ácida que escupen al cielo los homúnculos para que caiga sobre el primero que pase por allí. Pero es primavera y el cielo no entiende de pecados ni de culpas. Las calles se están llenando de parados de largo recorrido que se sientan en los parques a comer pipas y a ver pasar los todoterrenos de los hijos de los constructores que aún no han caído en desgracia. Por qué le llamamos culpa cuando queremos decir responsabilidad. Cualquiera con una hipoteca bajo la almohada sabe a quién habría que pedir responsabilidades por el chaparrón que está cayendo y por el que se avecina. A Zapatero , como a César , los augures le decían: guárdate de los idus de marzo, pero él se burló de los dioses, que son banqueros, y ahora los dioses han cerrado los grifos de la plata y sobre su espalda cae una lluvia de puñales. Y aún hay quien se sorprende de que en mitad de la crisis lluevan políticos corruptos, como si una cosa no llevara a la otra. Estamos en crisis porque hay corruptos. De ellos es el pecado, la culpa y la responsabilidad. Un día los veremos sentados frente a los señores de las togas, escurriendo el bulto. Dirán, como Fritzl , el monstruo de Amstetten, que la culpa no fue suya sino de una madre que nunca le dio cariño, o como los asesinos de Marta del Castillo , que actuaron bajo los efectos de las drogas. Culpa? Yo? Que va, que va: yo leo a Kierkegaard.