Tras una maratoniana sesión que se prolongó sin interrupción durante 30 horas, la 19 cumbre del clima concluyó ayer en Varsovia con la adopción in extremis de un documento de consenso en el que por primera vez todos los países, y se entiende también las potencias en desarrollo, aceptan participar en el esfuerzo para mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero, aunque sin comprometerse a nada concreto. A cambio, y con la misma inconcreción del caso anterior, los industrializados aceptan estudiar un fondo de ayuda urgente para los más desfavorecidos. Parece poco, pero al menos se logró evitar a última hora la desbandada general que los más pesimistas auguraban: a Varsovia no se había ido a hablar de cifras, sino a poner una "piedra fundacional", en palabras del secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon. El proceso sigue vivo, pero su lentitud exaspera.

UNANIMIDAD Para entender las dificultades de estas cumbres, en las que las decisiones se adoptan por unanimidad tras el agotamiento de los rivales, el gran motivo de discusión fue una cuestión aparentemente trivial: en la declaración final, donde ponía "compromisos" en la reducción de emisiones, tal como pedía la UE, al final se cambió por "contribuciones a nivel nacional". Los menos desfavorecidos --incluyéndose a sí misma China-- argumentaron que no todos los países pueden ser tratados igual porque no todos contribuyen por igual al cambio climático y, además, también deberían tenerse en cuenta las emisiones acumuladas desde la revolución industrial. "Los países en desarrollo no podemos ceder más porque están en juego vidas humanas", declaró Bolivia. Finalmente, el acuerdo lo forjaron entre pasillos, al margen del plenaria, los representantes de los grandes bloques.

El texto emplaza a todas las delegaciones a tener una propuesta de emisiones a principios del 2015, aunque tampoco llega a precisar su contenido legal. El proceso, la hoja de ruta climática, proseguirá el año que viene en Lima y debe concluir en París a finales del 2015 con la adopción de un documento que sustituya al protocolo de Kioto de 1997 y tenga carácter vinculante, de obligado cumplimiento. Entre otros aspectos, en él deberían fijarse unos nuevos objetivos para limitar las emisiones de efecto invernadero que entrarían en vigor en el 2020.

CAMBIO DE PARADIGMA Los países industrializados, que en el 2009 prometieron una ayuda anual de 100.000 millones de dólares a partir del 2020 y otra urgente de 10.000 millones en el periodo 2010-2012, se resisten por ahora a concretar un objetivo para el periodo de transición 2013-2019. En el documento final se puede leer escuetamente que las delegaciones participantes se comprometen "a movilizar dinero público por un montante superior" al del 2012.

"Esta cumbre debía ser la de las finanzas, pero ha sido la de los cacahuetes", dijo el negociador de Bangladesh, en declaraciones a France Presse. "Sin un cambio de paradigma que implique abandonar los combustibles fósiles, un tratado ambicioso en París no es posible", añadió en otro momento Martin Kaiser, representante de la organización ecologista internacional Greenpeace.