La cumbre del clima de Copenhague se dirigía ayer hacia el abismo cuando, casi inesperadamente, se hizo la luz. El cansancio acumulado, los animosos discursos de algunos líderes y el dinero obraron el milagro. Los negociadores se pusieron manos a la obra y ahora se espera que esta mañana presenten un nuevo texto de consenso que pueda ser firmado por todas las delegaciones. Nada garantiza el éxito, pero al menos todo ello sirvió para diluir el pesimismo irreversible que se respiraba en el palacio de convenciones Bella Center.

Lo único que anoche estaba claro es que solo un acelerón de última hora, con cientos de delegados en vela, podría salvar unas negociaciones que empezaron hace nada menos que dos años. "Estamos en una carrera contrarreloj, pero con el convencimiento de que aún hay tiempo", resumió la secretaria de Estado de Cambio Climático, Teresa Ribera. La última sesión plenaria con la presencia de los jefes de Estado o de Gobierno empieza hoy a las tres de la tarde. "Vamos a trabajar en cuanto acabemos de cenar", insistió anoche el presidente francés, Nicolas Sarkozy, en referencia a la cena para los líderes mundiales que había convocado la reina de Dinamarca.

Hubo avances evidentes. La secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, anunció que su país está dispuesto a sumarse a un fondo anual de 69.000 millones de euros para que los países en desarrollo puedan hacer frente a los efectos del cambio climático, pero no precisó qué porcentaje le correspondería.

CONDICIONES Clinton, además, vinculó cualquier ayuda a que una organización internacional verifique el destino del dinero, lo que evitaría despilfarros en asuntos poco climáticos, y a que todos los países computen sus emisiones de la misma manera. "No habrá acuerdo sin transparencia", recalcó la jefa de la diplomacia. También enfatizó que los destinatarios serían "los países más vulnerables", en un claro aviso de que China no será una de las beneficiarias.

La UE y Japón no solo han anunciado su propósito de sumarse al fondo de 69.000 millones, una cantidad que se alcanzaría a partir del 2020, sino una ayuda de urgencia para los tres próximos años (2010-2012) de 6.000 y 10.000 millones.

Según informó la ministra danesa de Medioambiente, Connie Hedegaard, las negociaciones se reanudaron tras 72 horas sin progresos cuando los delegados del G-77 (países en desarrollo) aceptaron la formación de dos grupos restringidos de 50 personas, representantes de todos los demás, para definir los dos documentos esenciales de la cumbre: una prórroga del protocolo de Kioto, es decir, nuevos esfuerzos reductores para los ricos, y un documento amparado por la ONU que fijaría los objetivos de las naciones en desarrollo y de EEUU, que aún no ha ratificado el tratado de 1997.