La mujer embarazada que había superado las 42 semanas de gestación e ingresó por orden judicial en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) el pasado miércoles para evitar que pariera en casa, como era su voluntad, ha dado a luz esta madrugada tras practicarle los facultativos una cesárea.

El parto tuvo lugar pasadas las dos de la mañana y tanto la madre como la hija se encuentran "bien", según han indicado fuentes de su entorno.

Una juez de Oviedo había ordenado este miércoles el ingreso hospitalario obligado de la mujer tras recibir una solicitud del subdirector de Servicios Quirúrgicos y Críticos para la práctica de un parto inducido junto a un informe del Jefe de Sección de Obstetricia donde se advertía de que si el parto no se realizaba en el hospital existiría "riesgo de hipoxia fetal y muerte fetal intrauterina".

La Policía Local de Oviedo acudía al domicilio de la mujer unas horas más tarde, junto a un equipo médico y una ambulancia medicalizada para cumplir el mandamiento judicial y trasladarla hasta el centro hospitalario.

PROTESTA DE UNA ASOCIACIÓN

En un principio, el marido de la embarazada se mostró reacio a su traslado y una matrona particular explicó a los agentes que era innecesario el ingreso porque ella tenía controlados los latidos del feto y ya empezaban las contracciones, si bien, finalmente, la Policía consiguió convencerlos y la mujer fue trasladada esa tarde al centro hospitalario.

Esa misma noche, familiares y miembros de la asociación "El parto es nuestro" se concentraban ante las puertas del HUCA para protestar por una medida judicial que consideran "arbitraria y desproporcionada".

Su abogada, Francisca Fernández Guillén, rechazó, en declaraciones a Efe, que existiera un riesgo para el bebé y denunció el estrés al que se sometió a una madre primeriza que, según su versión, en todo momento se sometió a los controles de embarazo.

CRÍTICAS DE LA MINISTRA

La ministra de Sanidad, María Luisa Carcedo, también se pronunció sobre este caso y señaló que "modas" como la de parir en el domicilio en lugar de en un hospital o el movimiento antivacunas suponen "un retroceso" respecto a los "importantísimos avances" registrados en las últimas décadas en el ámbito de la salud.