TCtada vez que mi amigo tenía un revés sentimental se dejaba la barba hasta que volvía a encontrar lo que él creía amor verdadero . El problema es que eran ya muchos los amores verdaderos los que habían rasurado su cara. Le duraban poco. Verle recién afeitado era contemplarle destilando alegría y luminosidad. Aquello era señal de que su vida emocional funcionaba. Por contra, cuando aparecía hecho un san Antonio, con la barba en flor, todo eran quejas por amores no correspondidos y una ristra de rencores interminable. Se sumía en la depresión más profunda. Yo sufría por él.

Un día le vi con una barba que le llegaba hasta el pecho, con los ojos grises y hundidos por la zona Veinteaños del centro. Parecía un auténtico santón de la India.

--No te preocupes. He ido a un vidente. Me ha dicho que la primera mujer que me cuente de qué color es su pijama será mi amor verdadero y para siempre.

Después lo volvía a ver con barba enorme y con las mejillas coloradas e inflamadas.

--El amor de mi vida no aparece... ¡Y qué tortazos me pegan! ¡Menos mal que la barba me sirve de almohadilla!

Tras unos meses, le vi por Cánovas completamente afeitado. Su cara estaba limpia, libre de golpes y perfumada.

--¿De qué color era su pijama? ¿Cómo supiste que era el amor de tu vida? ¿Cuándo te lo dijo?

--No hizo falta. Ella me comentó que no le gustaba mi barba, que me la quitara. Ah, y siempre duerme desnuda...

Refrán: Entre la pasión y el revolcón tan sólo hay un colchón .