No es posible imaginar un mundo ideal sin mirar de frente a las grandes pupas de la Humanidad. El experto en economía mundial Arcadi Oliveres denuncia unas cuantas heridas que presentan cifras de escándalo, aunque en el actual mundo imperfecto no parecen escandalizar: "Según la ONU, 1.020 millones de personas no logran ingerir a diario las calorías suficientes. En el 2008, la FAO cuantificó en 50.000 millones de dólares la ayuda necesaria para acabar con el hambre. El primer mundo no respondió a la llamada, pero tres meses más tarde se gastó 2,7 billones de dólares en salvar el sistema financiero. Cada año, el planeta gasta 1,7 billones de dólares en armas. El 10% de la población consume el 75% de los recursos energéticos del planeta", enumera. En un mundo 10, tampoco sería admisible que se mirara para otro lado ante la sangrante llaga medioambiental. Hasta hace poco, el planeta manifestaba una capacidad de regeneración ecológica a prueba de habitantes ingratos. Desde 1986, los expertos calculan que la huella ecológica es superior al potencial de recuperación de la Tierra. "Nos estamos comiendo el futuro".

En su opinión, acercarnos a "un mundo 10" pasa por conjugar dos verbos para los que hoy no corren buenos tiempos: repartir y decrecer. "Se deben repartir los recursos, igual que para vencer al desempleo hay que repartir el trabajo y reducir las jornadas", explica el economista. Lo del decrecimiento suena a anatema del pensamiento económico dominante, pero se sostiene en una lógica aplastante: "Si la capacidad del planeta no es infinita y queremos que los países pobres crezcan, no hay más remedio que hacer decrecer a los ricos. El objetivo es que los 6.700 millones de habitantes vivamos con dignidad".