El debate sobre las seudociencias podría trasladarse ahora a los tribunales. Defensores y detractores de las denominadas terapias alternativas anuncian a través de las redes sociales una nueva «avalancha de denuncias» de quienes sostienen la eficacia de estas seudoterapias hacia quienes cuestionan de manera pública su validez. «En las últimas semanas, quizás meses, estamos viendo un aumento exponencial de este tipo de demandas. Los expedientes que antes veíamos como una anécdota se han convertido ahora en una práctica consolidada», alerta Fernando Frías, abogado, miembro de asociaciones escépticas y asesor legal de algunos de los acusados. «Hasta ahora, la gran mayoría de quejas hacia los escépticos no iban más allá de las amenazas. En las últimas semanas, en cambio, están llegando cada vez más burofaxes, demandas de rectificación y conciliación, denuncias y querellas en los que se acusa a todos aquellos que cuestionan estas disciplinas de injurias, calumnias e incluso delitos de odio por expresar públicamente sus críticas», añade el letrado.

Las asociaciones de pacientes, profesionales y escépticos, los divulgadores científicos, los medios de comunicación y también los propios periodistas se sitúan ahora en el centro de este nuevo boom de casos judiciales. «Todo esto está ocurriendo en un momento en que el debate sobre las seudoterapias se ha extendido a la opinión pública, por lo que cualquier opinión expresada, en un sentido u otro, tendrá mucho más impacto que hace unos años», argumenta Vicente Prieto, presidente de Círculo Escéptico, una de las principales asociaciones de críticos con las seudoterapias en España. «Esto nos lleva a un escenario de lucha desigual. Los escépticos defendemos la evidencia científica porque sentimos que es nuestro deber ético defender a los pacientes, especialmente a aquellos en situaciones más vulnerables, de estas falsas curas. Ante esto, los gurús de las seudoterapias utilizan todas las armas legales disponibles para proteger sus intereses económicos», reflexiona.

Ante la amenaza de los tribunales, el debate sobre estas polémicas disciplinas sin eficacia probada adquiere otros tintes. De hecho, no es raro que muchas de las fuentes interpeladas para hablar de seudoterapias extremen sus precauciones antes de pronunicarse. En el caso de las víctimas de curanderos, además, es habitual que muchas de estas prefieran ocultar su identidad ante el miedo de que su historia les pueda acarrear una denuncia. «Aquí hay que tener en cuenta que hay curanderos con bufetes de abogados encargados de defender su reputación. También tenemos constancia de que hay abogados especializados en este tipo de cuestiones que están busca de nuevos casos y que se dedican a hacer llamamientos públicos para que interpongan más denuncias», argumenta Frías

DEBATE JUDICIALIZADO / No es la primera vez que este tipo de disputas se acaban judicializado. En el 2008, el escritor Simon Singh fue denunciado por la asociación británica de quiropraxia a raíz de la publicación de un artículo en el que se definía a la entidad como un ente que «promueve tratamientos engañosos». En el 2010, Fernando Cuartero, catedrático de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), también fue denunciado y juzgado por calificar de «vulgares estafadores» a unos espiritistas. En ambos casos, los críticos fueron absueltos tras un largo proceso judicial. Otros periodistas y divulgadores, en cambio, sí que han sido condenados (con sanciones más o menos simbólicas) al considerar que sus críticas podían vulnerar el honor, dignidad o reputación de los curanderos interpelados.

En estos casos, los tribunales deben juzgar, caso por caso, si es más importante proteger el derecho a la información y a la libertad de expresión (en el que se amparan los críticos de las pseudoterapias) o el derecho al honor (que defienden los curanderos interpelados). Cada historia, claro está, tiene sus matices. Pero a grandes rasgos, los juristas recuerdan que toda crítica en la que se respete la verdad, que sea de interés público y que no se plantee explícitamente con el ánimo de ofender debería prevalecer. «Hay ocasiones en las que, por más que tengamos pruebas de que alguien está cometiendo una fraude, tenemos que medir cautelosamente nuestras palabras. Puedes decir que lo que está haciendo es una estafa, no que él es un estafador», argumenta Prieto.

VOCES DE ESCÉPTICOS /«En el último año he recibido más de 10 amenazas de denuncia, dos demandas de conciliación de asociaciones de profesionales seudocientíficos y una demanda civil. Me acusan, entre otros, médicos que emplean las vibraciones cuánticas o la introducción de agua y ozono por el recto como terapia», explica Fernando Cervera, biólogo, divulgador científico y crítico de las pseudoterapias. «Las denuncias son la forma más clara que tienen de silenciarlos. O, al menos, de intentarlo. Se trata de una estrategia de acoso y derribo con la que atacan a todos aquellos que se atreven a denunciar públicamente unas prácticas con las que se están estafando a centenares de pacientes y que, en el peor de los casos, le pueden costar la vida a una persona», añade.

«Mi historial de denuncias con el mundo de las seudociencias también es muy extenso», explica Emilio Molina, vicepresidente de la Asociación para Proteger al Enfermo de las Terapias Pseudocientíficas (APETP). En su caso, la mayoría de las demandas provienen de promotores de una teoría que sostiene que todas las enfermedades son causadas por traumas no resueltos. «Hemos llegado a un punto en que el debate se ha polarizado. Los críticos sabemos que tenemos a la evidencia científica de nuestro lado.

Pero no es suficiente. Los curanderos disponen de tiempo y recursos para invertir en su defensa, cosa que nosotros no siempre tenemos. Así que al final del día, tenemos que tener clara una cosa: no tienen razón, tienen dinero», zanja el escéptico.