Andreas Lubitz sufría desequilibrios psicológicos desde hacía años y había realizado al menos 41 consultas médicas sobre ese problema, siete de ellas en los dos meses previos al siniestro, aunque ningún médico dio parte ni a las autoridades ni a la compañía. Incluso en semanas previas a la catástrofe buscó en internet información sobre métodos de suicidio.

El copiloto de la compañía Germanwings sufría una depresión psicótica desde diciembre de 2014, pero las primeras alertas saltaron durante su formación, cuando entre noviembre de 2008 y agosto de 2009 interrumpió su entrenamiento "por razones médicas" y no le revalidaron su certificado médico "debido a una depresión y a que tomaba medicación".