El 25 de noviembre se celebró en todo el mundo el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres y las Niñas y el inicio de los 16 días de activismo contra la violencia de género promovido por ONU Mujeres.

En Save the Children trabajamos a diario para acabar con esta lacra social y queremos aprovechar estos eventos para reflejar junto a nuestros aliados, voluntarios y activistas nuestro compromiso para eliminar la violencia de género que afecta a tantas niñas en el mundo.

Nuestra campaña “The right to be a girl” (El derecho a ser una niña) se enfoca principalmente en una de las formas de violencia de género que representa una de las principales amenazas para la educación, la salud y la seguridad de la infancia en todo el mundo: el matrimonio infantil. Desde Save the Children luchamos para acabar con esta y otras prácticas que amenazan los derechos de las niñas a través de nuestros programas donde hacemos una intervención directa a nivel individual para apoyar a las niñas que ya están casadas, así como un trabajo a nivel familiar y comunitario. Asimismo, hacemos incidencia política para provocar cambios en la legislación y las políticas nacionales.

El término “matrimonio infantil” se refiere a cualquier unión - formal o informal- que incluye a una niña o un niño menor de 18 años (de acuerdo con la Convención de los Derechos del Niño y la definición de matrimonio infantil aceptada internacionalmente). El matrimonio antes de los 18 años es una violación fundamental de los derechos humanos. Aunque las leyes de muchos países impongan los 18 como edad mínima para contraer matrimonio, esta práctica está muy extendida, sobre todo en África occidental y central. Hoy, en todo el mundo, más de 700 millones de mujeres se casaron antes de cumplir los 18 años. Una de cada tres - más de 40 millones - contrajeron matrimonio antes de los 15 años.

Seis de los 10 países con mayor prevalencia de matrimonio infantil en el mundo se encuentran en África occidental y central. En Somalia, Aisha, de 15 años, fue obligada a casarse con un hombre de 30 años cuando ella tan solo tenía 13. A pesar de las protestas de su madre, su padre lo arregló todo y la llevó a otra ciudad para forzar el matrimonio. Al poco tiempo de la unión, Aisha se quedó embarazada y, en su estado, se sentía indispuesta para seguir llevando a cabo las tareas que su marido esperaba de ella. Por ese motivo, él empezó a golpearla. Además, a pesar de tener un trabajo, dejó de mantenerla económicamente. Aisha intentó huir varias veces, pero su padre siempre la llevaba de vuelta con su marido. Pero lo consiguió. Al cabo de unos meses regresó a casa de su madre y más tarde se le concedió el divorcio. Durante su embarazo, sufrió de anemia y finalmente su hija Rayan nació por cesárea.

Ahora Aisha y Rayan viven con su madre y sus dos hermanos. Aisha siente que, ahora que ya tiene una hija, no puede volver a la escuela porque se ha perdido demasiado. Espera poder recibir alguna formación laboral con la que pueda aprender una habilidad que le ayude a ganarse la vida. Cree que las niñas deberían ir a la escuela en lugar de ser obligadas a casarse temprano.

Aunque la prevalencia del matrimonio infantil es más baja en Asia meridional, su mayor tamaño de población hace que el número absoluto de niñas casadas sea mayor. En medio Oriente una de cada cinco niñas se casa antes de los 18.

En este contexto, los conflictos juegan un rol fundamental. Por ejemplo, la crisis de Siria ha llevado a muchas familias a recurrir al matrimonio infantil para enfrentarse a la inseguridad y para salir de las dificultades económicas o proteger a las niñas de la violencia sexual. En América Latina y el Caribe la frecuente naturaleza informal del matrimonio infantil (uniones caracterizadas por la cohabitación sin ningún tipo de ceremonia civil o religiosa) contrasta con las prácticas más formalizadas que pueden verse en otras partes del mundo. A pesar de que no ha sido reconocido como problema fundamental, en esta región se encuentran cuatro de los países más afectados a nivel global, y las tendencias de los últimos 30 años muestran que es la única región en la que no se ha observado un cambio significativo en los índices de matrimonio infantil.

Lo cierto es que el matrimonio infantil es un problema de carácter global que trasciende regiones, culturas y religiones y pone en marcha un ciclo de marginación que niega a las niñas sus derechos más básicos, como la educación o la propia libertad. Las niñas que contraen matrimonio a una edad demasiado temprana generalmente no pueden ir al colegio y quedan más expuestas a situaciones de violencia doméstica, abusos y violaciones. Se quedan embarazadas y corren el riesgo de contraer enfermedades de transmisión sexual y el virus del VIH. Además, dan a luz cuando sus cuerpos no están completamente desarrollados para ello, lo que puede tener graves consecuencias para su salud y la del bebé.

La comunidad internacional se ha comprometido a poner fin al matrimonio infantil para el año 2030, pero si las cosas siguen como hasta ahora, el número total de mujeres casadas durante su infancia aumentará de los 700 millones que hay en la actualidad a alrededor de 950 millones para el año 2030 y 1200 millones para el 2050.