TDturante este mes se celebran en Cáceres oposiciones al cuerpo de profesores de Enseñanza Secundaria. Unos 7.000 aspirantes a enseñar en los institutos de la región son examinados por más de 300 docentes de la provincia que forman parte de los tribunales. Pero ha surgido un problema: los presidentes de los tribunales quieren empezar a examinar a las ocho de la mañana, con la fresca, y resulta que no puede ser porque en determinados hoteles de cuatro estrellas, donde se alojan los vocales, no sirven el desayuno hasta las siete y media. La anécdota no es baladí, sino el síntoma evidente de la vocación de la ciudad feliz como capital de congresos, de turismo, de descanso, de paseos, de compras, de fiestas, de bodas, de pajoneo, de albolareo, de procesiones, de vacaciones... De todo menos de trabajo estresante, exigente y apresurado.

Lo normal en las ciudades con cierta enjundia es que a las siete de la mañana uno pueda salir del hotel desayunado y dispuesto para visitar a los clientes, a los proveedores, a los fabricantes, a los técnicos, a los funcionarios... En Cáceres, no, porque en la ciudad feliz la vida no empieza hasta las diez de la mañana. Antes, se desayuna, se toma café, se charla, se lee el periódico. En Cáceres, hasta que no abre Rosso , no empieza el día, salvo si es miércoles, hace calor y toca buscar oportunidades en el mercadillo. "Cáceres es una ciudad perezosa, comentaba un vocal de tribunal de oposiciones: estás a las 9 en Tráfico y no te sirve de nada porque hasta las 10 no abren las tiendas de fotocopias".

*Periodista