Dos semanas después del siniestro de Albacete, donde fallecieron dos personas, los viajeros de Renfe se llevaron ayer un nuevo susto. Otro talgo, que en este caso cubría la línea Gijón-Alicante, descarriló en la población leonesa de Santas Martas con un resultado de ocho heridos leves entre los 203 pasajeros que viajaban a bordo. Cuatro ruedas se salieron de la vía y arrastraron consigo a cuatro vagones del convoy, sin que éste llegara a volcar.

Ni la compañía ferroviaria ni el Ministerio de Fomento se atrevieron a adelantar ninguna hipótesis --"hay que esperar al resultado de la investigación", indicaron fuentes de Renfe--, pero expertos consultados coincidieron en apuntar como posibilidad la acumulación de grava en la vía como consecuencia de las lluvias, aunque tampoco está descartado algún problema atribuible al convoy. Lo que sí parecía descartada ayer es la hipótesis de la gamberrada o sabotaje como el que habría causado el descarrilamiento de Tobarra (Albacete).

Los pasajeros que viajaban en el tren notaron "un ruido muy fuerte" y percibieron que el tren circulaba fuera de las vías, "por tierra" durante unos metros. Un viajero con una fractura de muñeca y otro con un amago de infarto fueron los más afectados.

El alcalde de Santas Martas, el Miguel Angel Bravo (PSOE), sin prejuzgar las causas, criticó el "deterioro considerable" que sufren las vías a su paso por la población y recordó a Fomento que lo denunciado "en reiteradas ocasiones" sin que se le haya "hecho mucho caso". "Este susto debería servir para que en Renfe se dieran una vuelta por ahí", dijo.