El Papa tiene muy claro que las ideologías del mal están enraizadas en la historia del pensamiento filosófico europeo. Según Juan Pablo II, el mundo empezó a perder el rumbo con el francés René Descartes en el siglo XVII. Su pienso, luego existo --explica Juan Pablo II-- redujo a Dios a un contenido de la conciencia humana y dejó de considerarlo como el que explica por completo el ser humano.

"Si el hombre puede decidir por sí mismo, sin Dios, lo que es bueno y lo que es malo, puede también decidir que un grupo de personas sea aniquilado", razona. Wojtyla, que también carga contra la Ilustración, explica la transcendencia histórica de esta filosofía del mal: "Determinaciones de este tipo fueron adoptadas, por ejemplo, en el Tercer Reich, por personas que, habiendo llegado al poder por medios democráticos, se sirvieron de él para poner en práctica los perversos programas de la ideología nacionalsocialista, que se inspiraba en presupuestos racistas". Medidas análogas, según él, tomó también el partido comunista en la Unión Soviética y "los países sometidos a la ideología marxista"