TEtn la medianoche del cinco al seis de junio de 1944, la brigada Pegasus de paracaidistas británicos cayó en las inmediaciones del canal del Orne, en Ranville. Eran los primeros soldados del desembarco de Normandía que pisaban tierra francesa. Cogieron por sorpresa a los alemanes. En pocos minutos ganaban la batalla de Pegasus y liberaban las primeras hectáreas de la Francia ocupada: un campo de aterrizaje para los aeroplanos, un puente levadizo de acero y el café de la familia Gondrée. 60 años después de aquel episodio, los Gondrée han convertido su casita normanda de dos pisos en un café-museo conmemorativo.

Pegasus Bridge, el café y la orilla del canal son un centro de peregrinaje para ingleses y norteamericanos. Se ven, sobre todo en verano, excursiones escolares y veteranos de guerra. Hace tres años, visité el lugar durante una mañana de julio. Reparé escamado en cómo me observaban unos jovencitos norteamericanos. Me sonrieron, les sonreí. Uno de ellos, un chaval negro y fuertote, se puso muy serio y me hizo el saludo militar, otros dos lo imitaron. El resto siguió mirándome. Al rato caí en la cuenta de lo que sucedía: mi pelo canoso y cierta peculiaridad física que me adorna estaban haciendo creer a aquellos mozalbetes que yo era un mutilado de guerra, un héroe de Normandía. Respondí al saludo y seguí mi camino con la dignidad de un valiente de Omaha. No podía defraudar a aquellos muchachos y, !qué caramba!, me hacía ilusión ser por unos segundos el primer extremeño que desembarcó en Normandía.

*Periodista