Nuestra mente se estructura a través de diversas afirmaciones que creemos que son reales y que hemos ido aprendiendo e interiorizando a lo largo de los años. Nos marcamos unos esquemas sobre el funcionamiento del mundo, de las personas y de nosotros mismos. Ver el vaso medio lleno o medio vacío se incluiría dentro de estos mismos esquemas. El optimismo o la visión catastrófica del mundo obedecen a creencias que pueden empoderarnos o limitarnos y se llegan a relacionar con nuestros estados de ánimo. Aunque a veces solo condicionan cómo nos levantamos ese día, también puede hacer que cree una estructura permanente de funcionamiento, como ocurriría en la depresión.

La desesperanza, uno de nuestros esquemas irracionales, es la visión subjetiva de que el futuro no podrá ir a mejor, que no nos ocurrirán cosas buenas y que el día a día no tendrá gratificaciones. Esto se debe a que la persona ha construido esa visión a lo largo de los años, quedándose el foco en experiencias negativas o cuando ha ocurrido recientemente un evento traumático, como una ruptura o la pérdida de un ser querido. Se relaciona de forma directa con la depresión y la ansiedad, y combatirla, por tanto, nos ayudaría a estar mejor.

VISIÓN OPTIMISTA

La depresión ha sido explicada desde diferentes modelos. No existe uno único, ya que hay varios factores y causas que nos llevan a padecer esa enfermedad, una de las más extendidas en todo el mundo. Dentro de todas las teorías, se encuentra la propuesta por Abramson, Metalsky y Alloy, en la que explican que existe una vulnerabilidad en determinadas personas a nivel cognitivo que les predispone a tener una depresión. Esto se debe a la desesperanza que, si se junta con eventos adversos que sufra la persona, conllevaría a sufrir el trastorno. Esto no quiere decir que todo aquel que viva sin esperanza se sumiría en una tristeza profunda, pero sí dejaría una puerta significativa abierta.

Observar nuestro pesimismo, darnos cuenta de la visión catastrófica del futuro que arrastramos y trabajar por generar un mayor optimismo inteligente y realista nos ayudará a terminar con la tristeza y, por tanto, poder amortiguar los efectos de la depresión. Estas pautas te ayudarán a lograrlo:

1. Personas tóxicas

Las personas que tenemos alrededor influyen de forma directa en nuestro estado de ánimo, pero no solo durante el contacto social sino a nivel general. Si el día anterior estuviste con un amigo, el cual crees que es tóxico, te levantarás al día siguiente con peor humor y menos energía. Por eso, es importante que cuides tus amistades y tu familia, que te rodees de todos aquellos que te ayuden y te hagan crecer.

2. La importancia de las metas

Tener objetivos se relaciona de forma clara con un mayor bienestar emocional. Genera optimismo y aumenta la capacidad de valía. Es importante siempre tener unas metas, evaluarla al cabo de las semanas y los meses, trazar planes de acción y alinearlas con nuestros valores.

3. Aprender

El estancamiento intelectual y profesional no genera un punto muerto, sino que acaba haciendo que retrocedamos y estemos peor. Buscar siempre nuevas formas de aprender o cómo desarrollarnos en nuestro trabajo nos hará tener ilusión por el futuro y estar mejor.

La desesperanza es la visión sesgada y poco realista de que nada bueno nos va a ocurrir. Nos genera tristeza, nos hace levantarnos mal por las mañanas y, con el paso del tiempo, si se suma a eventos adversos, puede acarrear episodios depresivos. Evitarla, reformularla y mejorar en optimismo impactará de forma directa en cómo nos encontramos y nos ayudará en el bienestar.