TAtntes, hace unos años, cuando acababa la temporada de caza, que era antiguamente el primer domingo de febrero, y ahora el día de Los Reyes, decíamos tristes y compungidos: "Ahora, la larga travesía del desierto. Sin cazar hasta la Media Veda, que se dice pronto".

Ahora ya no tenemos por qué decir eso. ¿Por qué? Porque en febrero podemos ir a las batidas a las zorras, y en marzo, o cuando sea, si queremos tirar unas perdices de bote, nos acercamos al coto intensivo, aflojamos la tela correspondiente y santas pascuas.

Es decir, que el largo desierto de inacción ha quedado un tanto disimulado; bien es cierto que si por nosotros fuera volveríamos a lo de antes, a lo de soportar la desesperante, larga y desazonante veda, con tal de que luego tuviéramos caza de verdad, de la de a salto de mata, a tenazón y corriendo la mano.

Y vosotros, amigos cazadores, bien sabéis lo que digo y me entendéis.

Bueno, pues venga, habrá que sacar a "Ari" de vez en cuando y que nos deleite con sus muestras a esas perdices menos silvestres que las de antaño. Es lo que hay y vamos a dejarnos de remilgos y prejuicios. Entre una cosa y otra tal vez el consuelo llegue cuando "aqueloutro" burle a los de arriba o a los de abajo de la armada y nos entre a tiro. Ese seguro que no es de granja ni de bote.

"Así, señores, se las ponían a Felipe II", dice el maestro Delibes. Ya claro, suerte que tuvo él de vivir en temporadas de caza como Dios manda; pero estos tiempos..¡ay! no nos dejan otra para aliviar la costosa travesía del desierto.