"Volvería usted a hacer una película con Javier Bardem y Penélope Cruz?", le preguntó este reportero a Bigas Luna en A Pobra do Caramiñal (Pontevedra), en el 2003. "No, no sé, no haría una película por el solo hecho de hacerla con ellos", respondió el director. A continuación, inquirió: "Porque, ¿cuál sería la película? ¿Dónde encajarían ellos?".

A día de hoy no le sería difícil encontrar el argumento, y de los que le gustan a él, porque la historia de amor donde encajan Javier Bardem y Penélope Cruz abarca 18 años y transita entre la tormentosa atracción insatisfecha de su primer encuentro en 1992, durante el rodaje de Jamón, jamón, y la luminosa estabilidad que exhibe a día de hoy la pareja. "Estoy convencido de que Javier se enamoró de Penélope entonces, bajo el toro de Osborne", dijo el realizador de Jamón, jamón en el 2007, cuando, tras la filmación de Vicky, Cristina, Barcelona, de Woody Allen, empezó a hablarse del romance. "Me sorprendió ver en la prensa las primeras fotos de la pareja, porque yo creía que aquella historia se había consumado entonces".

El guión de una hipotética película sobre el romance, recientemente oficializado por Bardem en Cannes, comenzaría en aquel tórrido rodaje en Los Monegros, donde Penélope Cruz, en fase de desapego de su primer amor, el músico Nacho Cano, 11 años mayor que ella, se encandiló con la mirada azul de Jordi Mollà. Al contrario que en la ficción, donde el personaje de Bardem arrastra a la chica y deja sollozante al que encarnaba Jordi Mollà, en la vida real fue Javier Bardem quien acabó por entonces herido. En el primer asalto, la chica de Alcobendas no reparó en aquel macarra testicular de la película, papel que consagraría luego, en 1993, con Huevos de oro .

El pasado mes de enero, en declaraciones al diario Sur de Málaga, Mollà exponía las claves del asunto, visto con perspectiva: "Entre nosotros tres hay un gran amor y respeto. Para mí siempre estarán ahí. Su historia de amor maravillosa tiene algo de astral, porque donde hubo, hay. Y me siento responsable, porque yo les incité a probar: ´Vosotros dos, ¿por qué no os escucháis a ver qué pasa?´, les dije. Yo noté que podían ser algo más que amigos. Ahora les veo muy bien, en sintonía".

Un amor en sintonía, un amor astral o, como presagiaba el videoclip de Mecano que Penélope protagonizó en 1989, un amor marcado por La fuerza del destino . Lo que arrancó como una pasión ibérica entre una boca que sabía a ajo y unos pechos con regusto a tortilla española se ha trasformado en un romance interplanetario. De Los Monegros a Hollywood, de la España profunda a la alfombra roja y a la alfrombra rosa. Ninguno de los dos adivinaba lo que estaba por venir.