La Policía Nacional ha detenido a una banda de ladrones de joyerías que por la violencia extrema que empleaban habían generado una gran alarma social entre el gremio de joyeros de Barcelona. En total, han sido detenidas 12 personas, todas de nacionalidad chilena, que llevaban varias semanas operando en la capital catalana.

La policía les imputa dos robos con violencia en joyerías. En uno de esos asaltos, los ladrones se llevaron joyas por valor de 100.000 euros. Además, se les acusa del atraco al representante comercial de una empresa, que resultó herido. La banda se dedicaba también a asaltar a personas mediante el método del cogotazo, al salir del banco tras sacar dinero.

REDUCIDOS CON CONTUNDENCIA

La detención se produjo el miércoles por la noche en un inmueble cercano a la plaza de Espanya, donde los 12 atracadores se habían citado. Para detenerlos, la policía recurrió al Grupo de Operaciones Especiales, que tuvo que emplearse con contundencia para reducir a los sospechosos, ya que ofrecieron una gran resistencia.

Los miembros de la banda desmantelada residen habitualmente en Chile y se desplazaban legalmente a España, donde permanecían los tres meses que les permite la estancia como turista. Durante ese tiempo, se empleaban a fondo para obtener un cuantioso botín que enviaban a su país mediante servicios de mensajería. Se trata de una manera de funcionar muy utilizada por bandas de ladrones originarios de países suramericanos.

PASAMONTAÑAS Y ARMAS DE FUEGO

En Barcelona, el grupo operaba siempre del mismo modo. Días antes del atraco, un miembro de la banda se hacía pasar por cliente y entraba en la joyería elegida para disimuladamente echar un vistazo a los sistemas de seguridad e intentar localizar la caja fuerte. El día del asalto, otro atracador entraba en la joyería haciéndose pasar de nuevo por cliente y, ya en el interior, franqueaba el paso al resto de atracadores, que irrumpían con los rostros cubiertos con pasamontañas.

Los miembros de esta banda empleaban siempre armas de fuego con las que amenazaban y llegaban a golpear a los dependientes del local. Después, mediante bridas, les amordazaban y les exigían que les indicaran cómo abrir la caja fuerte. Fuera, les esperaban varios compañeros con los que huían de inmediato en uno o dos coches robados que posteriormente abandonaban.

Los detenidos residían en Sant Boi de Llobregat (Baix Llobregat) aunque operaban principalmente en Barcelona.