TJtuan del Alamo se impuso en una corrida de desigual juego de Victorino Martín y salió a hombros en el sábado de Feria en Plasencia en la que el magisterio de El Cid y la entrega y disposición de Escribano fueron las otras notas destacables de la corrida. Una década después, los astados de la ganadería del centenario hierro del Marqués de Albaserrada pisaban albero placentino. La importante labor ganadera de Victorino Martín Andrés y de su hijo, presentes en la corrida, que siempre apostaron por mantener este encaste, les hacía merecedores del interés del cartel en la Feria. Este año volvieron los dulces frutos en la maestrante plaza del Baratillo sevillano y eso hacía más esperada la tarde. Especialmente por el reencuentro entre Escribano y los toros de la 'A coronada' tras el indulto de Cobradiezmos en Sevilla.

Los victorinos no son fáciles de torear, suelen mostrar todo un abanico de comportamientos y esta tarde se presentaron exigentes ante una terna que tuvo que demostrar pundonor y oficio. Los toreros se esforzaron pero no les acabó de llegar su recompensa, salvo el tercero, al que Juan del Alamo cortó dos orejas. Fue una corrida de matices, como lo es esta ganadería y eso hizo fijar la atención durante toda la corrida al público que ocupaba los tendidos.

Manso de solemnidad el primero, se empleó poco en el caballo y se rajó en varias partes de la lidia. El Cid entendió desde el principio que poco podía hacer con el astado, pero demostró entrega intentando robar algún muletazo. Tras dos pinchazos y una estocada, recibió el aplauso del respetable, que comprendió que poco más se podía sacar en la faena.

Su segundo toro, el cuarto de la tarde, derribó al picador. No se mostró entregado en los engaños, pero El Cid hizo honor a su magisterio y tras una estocada certera consiguió cortar una oreja y no irse de vacío.

SOLVENTE EN BANDERILLAS Tampoco fue el lote de Manuel Escribano el mejor de la tarde. Recibió a su primer toro y lo probó con vistosas verónicas genuflexas. Fue aplaudido cuando tomó las banderillas, que colocó de manera solvente y aseada a un toro reservón que no se lo ponía fácil. La faena requería de un diseño estratégico para sacar partido al astado. Al final lo pasaportó con una estocada tendida y recibió una oreja como reconocimiento a su esfuerzo y buena disposición.

El quintó también derribó a caballo y picador por los suelos en un momento en que se percibió la tensión en la plaza. Puso buenos pares de banderillas Escribano y comenzó su faena tras brindar el toro a su compañero Israel Lancho. Fue peligroso el toro en la muleta, se volvió poco manejable y tras un trasteo incómodo pinchó y colocó una estocada tendida y algo desprendida. Recibió el cálido aplauso de un público que reconocía una vez más las dificultades del victorino.

El mejor de la corrida fue el tercero, el primero en orden de lidia para el maestro salmantino Juan del Alamo, al que recibió con las mejores verónicas de la tarde. Fue bien picado. Muy en el tipo de la ganadería, ofensivo al inicio de muleta, el torero lo supo entender y al final el toro se movió con buena clase, humillando en el percal. Tras una estocada tendida cortó dos orejas merecidas y se aseguró la puerta grande. El toro fue premiado con vuelta al ruedo.

El último, bien presentado, fue también recibido con bonitos detalles en el capote. Se empleó poco en el caballo y hubo poco que sacar de él. Tras media estocada tendida recibió los aplausos del público.