A110 años luz de la Tierra, una fría estrella enana alberga una supertierra que podría reunir las condiciones necesarias para la vida. Se trata del conocido como K2-18b, un exoplaneta descubierto en el 2015 y que, tras años de investigaciones, ha dado lugar a la primera detección atmosférica exitosa de vapor de agua en un exoplaneta que orbita en la zona habitable de su estrella.

El equipo de investigadores responsables de este nuevo hallazgo, publicado ayer en la revista Nature Astronomy, argumentan que se trata de la confirmación de la existencia de un planeta fuera del Sistema Solar en el que se combina la presencia de agua en la superficie, quizás incluso en forma de nubes de agua líquida, con unas temperaturas adecuadas. Los expertos también creen que el planeta podría albergar otras moléculas como el nitrógeno y el metano pero que, dado que con las observaciones actuales no se pueden detectar correctamente, harán falta nuevos estudios. La combinación de estos factores abre, al menos en un plano teórico, la posibilidad de encontrar un nuevo cuerpo celeste apto para la vida tal y como la conocemos.

«Encontrar agua en un mundo potencialmente habitable que no sea la Tierra es increíblemente emocionante. K2-18b es significativamente más pesado que la Tierra y tiene una composición atmosférica diferente. Sin embargo, nos acerca a responder la pregunta: ¿Es la Tierra única?», comenta Angelos Tsiaras, uno de los autores principales del estudio afiliado al Centro de Datos de Exoquímica Espacial (CSED) de la London’s Global University.

«Esto representa el paso más grande que se ha dado hasta nuestro objetivo final de encontrar vida en otros planetas, de demostrar que no estamos solos. Gracias a nuestras observaciones y nuestro modelo climático de este planeta, hemos demostrado que su vapor de agua puede condensarse en agua líquida. Esta es la primera vez», añade Björn Benneke, profesor del Institute for Research on Exoplanets.

El protagonista de este nuevo hallazgo orbita alrededor de una estrella enana roja con una alta actividad, por lo que los expertos estiman que K2-18b podría ser un lugar mucho más hostil que la Tierra y es probable que esté expuesto a más radiación. Los expertos estiman que, teniendo en cuenta los datos recopilados hasta la fecha por el telescopio espacial Hubble, es posible que este exoplaneta tenga un ciclo de agua que permita la condensación de las nubes y que caiga la lluvia de agua líquida.

Todo apunta, no obstante, a que la gruesa envoltura gaseosa de K2-18b probablemente impediría la vida tal como la conocemos en la superficie del planeta. A pesar de ello, los investigadores muestran entusiasmo al recordar que en un futuro, con nuevos instrumentos espaciales, se estará un paso más cerca de detectar directamente signos de vida más allá de nuestro Sistema Solar.

«Este descubrimiento hace que K2-18 b sea uno de los objetivos más interesantes para futuros estudios. Se han detectado más de 4.000 exoplanetas como este pero seguimos sin saber mucho sobre su composición. Al observar una gran muestra de planetas, esperamos revelar secretos sobre su formación y evolución», comenta Giovanna Tinetti, coautora del hallazgo.