La policía asestó ayer un golpe espectacular a la mafia rumana del robo, la droga, la prostitución y la clonación de tarjetas de crédito. La operación Braila, nombre de la región rumana fronteriza con Ucrania de donde es natural el cerebro de la red criminal, se saldó con la detención de 283 individuos en 11 ciudades --14 de ellos en Barcelona-- y otros 14 en Rumanía. La gran redada es la mayor que realizan conjuntamente dos países europeos y fue decida el martes pasado en Madrid por los directores de la policía española, Víctor García Hidalgo, y de la rumana, Dan Valentín Fatuloi.

La operación coincidió con la tercera cumbre policial de Interpol, que fue clausurada ayer en Madrid por el ministro del Interior, José Antonio Alonso. Este calificó de "extraordinario" y "sin precedentes" el operativo. No era para menos, ya que el número de detenidos se acercaba a los 300 ayer por la mañana.

LA OPERACION La investigación sobre la mafia rumana comenzó en septiembre pasado. Agentes de la unidad de delincuencia especialmente violenta de la central de Policía Judicial se hicieron cargo de una información de la policía rumana según la cual un grupo de bandidos de su país había llegado a España y se dedicaba al robo de camiones de transporte internacional.

Uno de los jefes y organizadores de la banda de delincuentes respondía al nombre de Iorgu Ionescu, alias Talanu. Se trataba de un delincuente de la región de Braila arrestado en 1998 por la policía rumana por contrabando de tabaco.

La información de las autoridades rumanas permitió a los agentes españoles frustrar el asalto a un TIR y meter en prisión a los asaltantes.

EL CEREBRO, EN PRISION Pero la red era mucho más amplia y dominaba otras disciplinas criminales. Talanu seguía dirigiendo desde la cárcel de Valdemoro (Madrid) la red criminal, cada vez más amplia y diversificada.

El asalto a domicilios, el robo de coches, la prostitución y, sobre todo, la clonación de tarjetas de crédito, eran sus especialidades. A través de su lugarteniente, Momoran I., alias Cosmos, y de diversos colaboradores, Talanu dirigía un grupo de empleadas de varios establecimientos que copiaban los datos de las tarjetas de crédito y los remitían a un tal Sami, experto en crear con esta información duplicados falsos. Para esta actividad contaban con un laboratorio en Barcelona y otro en Madrid. La policía se incautó de unas 2.000 tarjetas falsificadas y vírgenes para ser clonadas.

Otras actividades fundamentales eran la trata de blancas. Las mujeres eran explotadas en burdeles de Madrid, Barcelona, Valencia, Málaga y Almería.

Los asaltos a domicilios y la falsificación de euros con técnicas importadas de Italia también figuraban entre sus actividades preferentes. Según la policía, la red contaba con ramificaciones en otros países europeos y sus miembros eran férreamente controlados por los jefes mafiosos.

El operativo, en que han intervenido más de 500 agentes de 10 jefaturas policiales.