El mundo debía haberse acabado el sábado, según la multimillonaria campaña publicitaria de Family Radio, una cadena evangelista con más de 200 emisoras repartidas por todo EEUU. Obviamente, la Tierra siguió girando y el Juicio Final quedó pospuesto, aunque en Joplin, una ciudad al suroeste de Misuri, sus habitantes experimentaron el domingo algo parecido a ese Armagedón vendido sin rubor por la emisora cristiana. Un gigantesco tornado arrasó casi un tercio de esta localidad estadounidense, dejando al menos 116 muertos y más de 2.000 viviendas destruidas.

Las imágenes son escalofriantes y, en algunos puntos, nada tienen que envidiar a la devastación generada por el terremoto y posterior tsunami de Japón. Precedido de una inmensa nube negra, un tornado de más de un kilómetro de anchura atravesó durante nueve kilómetros el centro de la población, arrancando árboles, engulliendo coches y allanando casas, colegios, iglesias y comercios. "Me puse a andar por Main Street. Estaba tan destruida que me desorienté porque no podía reconocer algunas de las calles. Después de vivir toda mi vida en Joplin, fue como pasar a vivir en la penumbra", confesó un vecino a la CNN.

El tornado holló la ciudad alrededor de las seis de la tarde del domingo, cuando muchas familias se sientan a cenar y unos 20 minutos después de que las sirenas de advertencia llamaran a la población a buscar refugio. Pero la tormenta que lo arrastró fue tan fuerte que, según reconoció el gobernador de Misuri, Jay Nixon, muchos residentes probablemente ni siquiera pudieron escuchar las sirenas. Quienes sí lo hicieron buscaron cobijo en los sótanos de las casas, en las cámaras frigoríficas de los restaurantes o huyeron en sus vehículos partículares.

Ni siquiera los edificios más sólidos pudieron resistir los 310 kilómetros por hora a los que avanzó este fenómeno por la ciudad. El tornado arrancó parte de la fachada y la estructura del hospital St John. La Guardia Nacional y otros cuerpos de rescate se afanaban ayer por encontrar supervivientes entre las montañas de escombros, mientras cerca de 20.000 viviendas y comercios afrontaban la catástrofe sin electricidad. Al centenar de muertos, hay que sumar al menos 400 heridos. Esta está siendo una primavera particularmente devastadora para los estados del sur y el medio oeste de EEUU. Los tornados de los dos últimos meses han matado a 450 personas y generado más de 2.000 millones de dólares en pérdidas.