Hay algo mucho peor que no permitir el uso del pañuelo musulmán o los símbolos religiosos en los colegios y es prohibir los abrazos. Eso es terrible y es lo que ha ocurrido en un instituto de Illinois, en el que la dirección del centro perseguirá y amonestará a los estudiantes que realicen este tipo de muestras de afecto a otros compañeros en el interior del edificio. La directora del instituto sostiene alarmada que a los alumnos les había dado por abrazarse cada mañana al encontrarse, algo que, según esta señora, originaba auténticas cadenas de abrazos que repercutían en el desarrollo de las clases y provocaban la masificación en los pasillos. Y no era la única que pensaba así. La dirección del centro en pleno ha considerado que los abrazos son más apropiados para las despedidas en los aeropuertos o las estaciones de trenes que para los encuentros diarios en los institutos. Esto ya ocurría desde hace tiempo en España. Aquí, cada vez que nos damos un tímido achuchón con el vecino nuestros dirigentes nos lo prohíben. No entiendo cómo se puede celebrar una festividad como la de hoy si no nos están dejando querernos, si nos dicen a quién no tenemos que abrazar, si no nos permiten ni un miserable roce, si lo único que nos dejan tocar al de al lado son los cojones con tantas banderas, reyes y vídeos. Antes que celebrar a España o el Día de la Hispanidad deberíamos instaurar el Día del Achuchón, y abrazarnos, abrazarnos mucho unos y otros, porque mostrarse cariño es la única forma que hay de respetarse y entenderse. Y es que ya es hora, después de tantos años, de que nos miremos menos y nos toquemos más, y que busquemos la patria en las caricias de unas manos, aunque sea por los pasillos de un instituto.