Dos estudios realizados por investigadores británicos han demostrado que la diabetes y la obesidad provocan daños en el ADN del esperma y tienen efectos negativos en la fertilidad de los hombres. Uno de estos trabajos, dirigido por el doctor Ghiyath Shayeb, de la Universidad de Aberdeen, ha permitido constatar que los hombres con un mayor índice de masa corporal (IMC) producen un menor volumen de líquido seminal y presentan una mayor proporción de espermatozoides anormales.

El doctor Shayeb y sus colegas, que han presentado hoy los resultados de este estudio en la reunión anual de la Sociedad Europea de Embriología y Reproducción humana, han llegado a esta conclusión tras analizar el semen de más de 5.300 hombres que acudieron con sus parejas al Centro de Fertilidad de Aberdeen a causa de su dificultad para tener hijos. El análisis demostró que las personas con un IMC óptimo tenían mayores porcentajes de espermatozoides normales que los incluidos en los grupos restantes y, además, una mayor cantidad de líquido seminal.

"Los resultados parecen apuntar a que los hombres que están intentando tener un hijo primero deberían intentar alcanzar su peso ideal", ha subrayado Ghiyath Shayeb. Otro estudio realizado por científicos británicos, en este caso de la Queen's University de Belfast, aporta nuevos datos sobre la incidencia de la diabetes en la fertilidad masculina, a partir del análisis de muestras de semen de hombres sometidos a terapia con insulina. El trabajo, dirigido por el doctor Con Mallidis, ha revelado que la diabetes provoca daños difícilmente reparables en el ADN del esperma.

"Nos interesó especialmente observar una disminución radical de la expresión de una proteína llamada ornitina decarboxilasa, que es responsable de la producción de espermina y espermidina, componentes encargados del crecimiento celular que ayudan a estabilizar la estructura del ADN", ha explicado Mallidis. El investigador ha recordado, en este sentido, que la calidad del ADN del esperma está asociada a una menor calidad embrionaria, a una menor tasa de implantación de los embriones, a una mayor incidencia de abortos espontáneos y a algunas enfermedades infantiles graves, como algunos tipos de cáncer.