"Si la mayoría de los seres humanos entendieran y jugaran el ajedrez, los riesgos de la guerra se reducirían; la agresividad natural del hombre se podría canalizar hacia la agresividad natural del juego ciencia". La frase es de Eduard Gufeld, el Gran Maestro soviético. "Si la mayoría de los alumnos entendieran y jugaran al ajedrez, los resultados académicos mejorarían", parafrasea Martín Serrano, profesor de Matemáticas, jugador del Club Ateneo de Cáceres y artífice del vuelco que han dado los recreos en el Instituto de Enseñanza Secundaria Universidad Laboral, de la capital cacereña.

El hall del centro ya no es únicamente el espacio donde se intercambian apuntes, se discute sobre el último derbi liguero o se conversa sobre tal o cual serie de televisión. Peones, torres, caballos y alfiles se han adueñado de buena parte de ese tablero. Porque Martín Serrano ha logrado poner de moda el ajedrez, el deporte que practica desde que tenía seis años y que llegó a convertirse en una obsesión tal que casi le cuesta su profesión. "Se convirtió en un vicio; tenía que jugar varias horas al día. Y lo dejé para centrarme en mis estudios; de lo contrario no iba a ser capaz de terminar la carrera", confiesa.

Ahora quiere fomentar su práctica entre alumnos y profesores del centro. "Mejora la capacidad lógica, la resolución de problemas", defiende. Y también la concentración, la memoria, la disciplina, la creatividad o la intuición, según los expertos. De ahí que este profesor de Matemáticas insista en que si todos los alumnos jugasen al ajedrez sus resultados académicos mejorarían. Por eso, entre otras cosas, ha creado una especie de taller de ajedrez en los recreos de cada lunes y cada jueves. Unos días se imparten nociones y conceptos del juego, otros se realizan ejercicios de entrenamiento, en muchos se compite, en torneos o partidas amistosas, y en algunas ocasiones se reparten en dos equipos para jugar sobre un tablero gigante con piezas de medio metro.

Ayer tocó partida simultánea. Y en apenas una hora, Martín Serrano derrotó a 18 oponentes en 19 partidas paralelas. Solo en una ofreció tablas. En frente algún profesor y, sobre todo, alumnos; cada vez más alumnos. "Hay algunos que tienen mucho nivel. En nuestro primer torneo dos estudiantes --Jorge Polo (segundo) y Omar Alonso (cuarto)-- han quedado entre los cuatro primeros", explica.

Ahora su objetivo es mantener la actividad hasta final de curso y en años próximos. Para ello cuenta con un grupo de casi 30 chavales y el apoyo de cinco o seis profesores, así como de la dirección del centro. "Hemos logrado introducirlo y ahora hay que darlo continuidad", insiste mientras recuerda el atractivo que el ajedrez tiene como estimulador mental, especialmente entre los más jóvenes. O al menos así lo pensaba Simón Bolívar: "Es un juego útil y honesto, indispensable en la educación de la juventud".