Diez presos españoles de la cárcel de Tánger se han declarado en huelga de hambre ante las condiciones de vida "infernales" a las que están sometidos. "Por favor, quiero que escribas para avisar a los españoles que trafiquen con hachís. ¡Esto es un horror!", grita desconsolado J. L., un español condenado a cuatro años de cárcel por traficar con drogas. Con esta protesta, los reclusos quieren advertir a aquellos españoles tentados de traficar con Marruecos del infierno carcelario al que se exponen si son detenidos. La chispa que les ha hecho estallar ha sido la muerte de un recluso español a causa de una infección de oído, que degeneró por la falta de higiene de su celda.

J. L., uno de los reclusos que se declara en huelga, vive hacinado junto a otros 40 presos comunes en una raquítica celda, que aprisiona al doble de reclusos de los que caben. Forma parte del grupo de presos que, después de varios meses denunciando la falta de higiene, las dificultades para acceder al agua caliente, en raras ocasiones, y la imposibilidad de conseguir comida, ni siquiera pagando, han dicho "basta", a pesar de las consecuencias que sus declaraciones le puedan acarrear. "Me la estoy jugando, me pueden enviar a otra prisión más dura ¡pero no me importa!", sostiene J. L.

En una entrevista con esta reportera, el preso español denuncia también los malos tratos que recibe por parte de los funcionarios de la cárcel. El hedor que desprende el ambiente de la prisión, las grietas en las paredes y las pocas ventanas, empañadas de polvo, constituyen el espejo de lo que hay dentro.