La difusión de la identidad y otros datos personales del donante que ha hecho posible el primer trasplante de cara en España provocó ayer la indignación del mundo médico. Además, suscitó el temor de que frustre futuras donaciones, sobre todo en los hospitales Virgen del Rocío de Sevilla y Vall d´Hebron de Barcelona, donde dos pacientes esperan una intervención similar.

"Se ha violado el sacrosanto derecho del paciente a la confidencialidad, al anonimato", clamó con irritación Pedro Cavadas, director del equipo médico que realizó la operación. Muy enfadado, aseguró que la familia del donante --un hombre de 35 años muerto en un accidente de trafico-- prepara acciones legales. "Decir que están molestos es un eufemismo. ¿Estamos locos o qué?", protestó el pionero de la cirugía reconstructiva.

El Ministerio de Sanidad y el conseller valenciano, Manuel Cervera, defendieron que solo informaron de "los datos habituales": edad, sexo y circunstancias de la muerte. "El ministerio no ha facilitado ninguna identidad ni pistas. Quien ha tirado del hilo y ha sacado a la luz pública los datos es el responsable. La ley es clara y no se pueden difundir, esté vivo o esté muerto el donante", sostuvo un portavoz.

INVESTIGACION Para la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), no es el momento de buscar responsables por la vía de judicial, sino de dar el relieve que se merece a la operación. "Nuestro registro es totalmente anónimo. El hospital del donante es el único que posee los datos de su identidad", aseguró Gregorio Garrido, jefe del servicio médico.

Sin paños calientes, la Organización Médica Colegial (OMC) consideró que debe abrirse una investigación para depurar la posible responsabilidad del personal sanitario o de la Administración. De acuerdo con la ley, también cabe demandar a todos los medios de comunicación que hayan desvelado los datos íntimos. "Lo ocurrido es tremendo, lamentable, muy grave. Demuestra que el dato sanitario es muy especial y debería tener un tratamiento y una regulación específica", pidió Juan José Rodríguez Sendín, presidente de esta entidad que agrupa a los colegios de médicos de España. A su juicio, no se puede ensombrecer este trasplante ni la excelente trayectoria de la ONT con filtraciones como esta. "A los medios no les debería valer todo. Deberían ayudar a segregar a los delincuentes. La manera de obtener esta información ha tenido que ser necesariamente irregular, fuera de la ley, ilegal. El juez y la fiscalía deben buscar a los causantes. No puede quedar impune", exigió Rodríguez Sendín.

SIN PRECEDENTES Blanca Miranda, directora de la Transplant Services Foundation del Hospital Clínic de Barcelona, no recuerda ningún caso similar entre los miles que ha conocido desde su ingreso en la ONT, en 1992, y durante los ocho años de coordinadora general (1996-2004). Precisamente, en 1999 se promulgó la ley de trasplantes para garantizar el anonimato y de paso evitar posibles "chantajes emocionales" de la familia del donante al receptor y garantizar que la donación sea altruista. "¿Añade algo positivo para alguien conocer los datos del donante? En cambio, puede ser negativo para sus familiares, el receptor y su entorno y las personas que esperan un trasplante", explicó. Miranda lamentó que el tema morboso sea el foco de atención y dejó claro que la ley obliga a todo el mundo, al personal sanitario y a los medios.

"La ONT debe investigar la grave filtración de datos, qué ha pasado, cuál ha sido el error del sistema", reclamó Koldo Martínez, vicepresidente de la Asociación de Bioética Fundamental y Clínica. En su opinión, lo ocurrido supone una "ruptura del deber de confidencialidad" de los profesionales, por lo que exigió que "se tomen medidas".

Koldo Martínez y Antonio Pardo, responsables de bioética del Hospital de Navarra, reconocieron que en el trasplante de cara es más delicado porque la identidad se asocia con el rostro, aunque, al amoldarse a la nueva estructura ósea, queda modificado y el donante no es físicamente reconocible en el receptor.

"Con actuaciones así todo el sistema queda bajo sospecha. No me lo explico", aseguró Pedro Tarquis, exportavoz del hospital Clínico de Madrid, que explicó que los datos del donante solo los conoce el coordinador del centro donde se ha extraído el órgano. "Parece que se imponen la cultura del escándalo y que en la prensa también hay ovejas negras", comentó.