El director de la Agencia Madrileña de Atención Social (AMAS), Óscar Álvarez López, dejará en cuatro días el cargo que le da la máxima responsabilidad sobre las 25 residencias públicas de ancianos de la región.

Su dimisión trascendió en la tarde de ayer, adelantada por la Ser, que había tenido acceso a una carta de Álvarez dirigida al consejero madrileño de Políticas Sociales, Alberto Reyero, uno de los hombres de Ciudadanos en el Gobierno autonómico madrileño. En la misiva, fechada el 19 de junio, anuncia que dejará el cargo el próximo día 30.

La dimisión trasciende en plena crisis política en Madrid por las revelaciones que se van sucediendo sobre lo ocurrido en las residencias de ancianos de la comunidad durante la fase más dura de la pandemia, que costó la vida a miles de ancianos.

Entre esas revelaciones, el audio dado a conocer por EL PERIÓDICO sobre las negativas de la sanidad madrileña a hospitalizar a ancianos. La dimisión, de hecho, se hizo pública horas después de la publicación por este diario de esa grabación.

Las razones de la dimisión que expresa Álvarez en su cata son «motivos de salud». En el mensaje, Álvarez se reivindica orgulloso de su labor «a pesar de todas las dificultades y de la situación dramática» vivida con la pandemia.

El dimisionario, de 47 años, es un hombre de la Universidad de Murcia, católica y muy conservadora. Doctor en Ciencias Sociales y experto en salud pública, trabajó entre 1999 y el 2012 en residencias madrileñas. Tuvo también cargos directivos en el área de Bienestar Social del gobierno autonómico desde el 2012. Para el cargo que deja, fue nombrado en septiembre del 2019. Ha durado diez meses.

Desde la Consejería de Políticas Sociales, se insistía ayer en que, pese a la fecha en que había trascendido esta dimisión, Óscar Álvarez deja el cargo por razones «estrictamente de salud».

«ES INJUSTO» / Horas antes de esta dimisión, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, aludió a la conversación grabada entre la hija de una interna de un geriátrico y la médico que la vigilaba, dada a conocer por EL PERIÓDICO.

Para Díaz Ayuso, es «injusto» tratar «por audios, conversaciones o comentarios» la situación que se vivió en las residencias madrileñas en marzo y abril, durante las semanas críticas de la pandemia, en las que la sanidad madrileña no permitió el ingreso en hospitales a los ancianos de las residencias.

Al ser preguntada por la grabación de la llamada telefónica en la mañana de ayer, Ayuso dijo que no se pueden sacar conclusiones de «conversaciones, opiniones, ‘porque yo quise’, ‘porque yo creo’, ‘porque yo dije’... En unas noches tan trágicas donde en Madrid se morían hasta 500 personas».

La presidenta madrileña comparecía tras un encuentro en el Parque de Bomberos de San Martín de Valdeiglesias, en el extremo oeste de la región, con los presidentes de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, y Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco.

Cuando la prensa le preguntó por la noticia adelantada por este diario, Díaz Ayuso no negó la situación ni el contexto en el que se produjo aquella conversación, el pasado 23 de marzo, entre la madrileña Ramona Carvajal y la doctora que en la residencia estaba al tanto del estado de su madre, Alejina Jiménez, ingresada en el geriátrico Vitalia de Griñón. La anciana, de 89 años, enferma de coronavirus pero consciente, «no tiene los criterios para derivarla», le dijo la médica. Alejina tardó 17 días más en fallecer.

La grabación va a ser incoprorada a una querella que se presentará en el juzgado de guardia.

«UNA GUERRA» / Díaz Ayuso manifestó que, aunque la Comunidad de Madrid hubiera tenido «un refuerzo extraordinario de médicos», la pandemia habría sido muy difícil de parar, porque, argumentó, «cuando el covid entra en el cuerpo de una persona mayor avisa tarde» y «se ha visto a ancianos que han estado tratados en el hospital con los mejores medios que han fallecido en pocas horas».

«Hay que tener en cuenta que hemos vivido una guerra en este país», se excusó Díaz Ayuso, por una pandemia «devastadora» que entró en Madrid como «un tsunami». Para ella, es injusto «extraer conversaciones y comentarios de tantas noches de dolor», en las que los sanitarios o los bomberos de la región «dieron lo mejor de sí mismos» sin tener información de lo que era el coronavirus.