Si no hubiera imaginado Parque Jurásico hace 15 años, Michael Crichton habría encontrado ingentes cantidades de material en el último número de la revista Science. En la prestigiosa publicación científica, un equipo de investigadores de Estados Unidos desvela haber encontrado tejidos blandos de un tiranosaurio rex.

Aunque queda mucha investigación aún, la ciencia parece haber dado un paso de gigante hacia el descubrimiento del ADN de las criaturas del pasado y, pese a que se menciona como opción remota, ya ha aparecido una palabra que era clave en la fábula con moraleja escrita por Crichton: clonación.

Habitualmente, lo que recuperan los paleontólogos son fósiles y, en las contadas ocasiones en que se han hallado tejidos blandos, éstos han perdido su forma original. Sin embargo, los científicos que descubrieron hace dos años en una excavación en Montana los restos de un T-Rex de hace 70 millones de años han encontrado tejidos blandos, incluyendo vasos sanguíneos, y lo que ellos creen que son células que "retienen algo de su flexibilidad, elasticidad y resistencia original".

Si los tejidos están tan bien preservados como parece, se abren "caminos para el estudio de la fisiología de los dinosaurios y quizá de algunos aspectos de su bioquímica", según explicó a The New York Times la doctora Mary Schweitzer, líder del equipo que ha realizado este descubrimiento. Además, se abre la posibilidad de recuperar proteínas, menos frágiles y más abundantes que el ADN, que podrían dar pistas sobre la evolución de los dinosaurios en otras especies. Pero aún hacen falta más análisis para comprobar que los tejidos están tan bien conservados como se cree.