La dispersión del fuel en el Cantábrico se ha convertido en el peor enemigo de los equipos que luchan para contener su avance. Ni los barcos ni los aviones aéreos detectan las pequeñas manchas y acaba sucediendo lo de ayer: cerca de medio centenar de playas entre Guipúzcoa y Asturias amanecieron con manchas de chapapote, pero los equipos de recogida que se hicieron a la mar volvieron con las manos casi vacías. Según la comisión de seguimiento, la peor mancha de hidrocarburo se encontraba ayer a 62 millas del cabo de Peñas (Asturias) y a 156 de las Landas, es decir, un poco más cerca de España y un poco más lejos de Francia que en la jornada precedente.

Además de la gran mancha del Cantábrico, también había "una placa emulsionada" a 27 millas del cabo Ortegal (La Coruña), y "dos irisaciones de unos 800 y 500 metros y de aspecto ligero" en la zona del hundimiento, ya en el Atlántico gallego.