TAtbril me trae siempre a la memoria una historia llena de misterio y aromas de madrugada sucedida hace ya más de un lustro. Por aquel entonces yo vivía en la avenida Isabel de Moctezuma de Cáceres. Comenzaba una primavera voluptuosa y el aire estaba lleno de olores intensos. Desde mi ventana veía la parada del autobús urbano. Ya era muy de madrugada y no había un alma en la calle, sólo el beso de la primera calima del año. Abril es como una invitación a tocar la vida, a acariciarla. Quizá fuera por eso que en la pantalla del chat de mi ordenador aparecía un mensaje:

--Soy Lunae2 , de Cáceres. ¿Te gusta abril? Te comeré el corazón.

Después de un rato Lunae2 empezó a hablarme de urgencias fisiológicas, de que la primavera le afectaba muchísimo y de que era presa de un deseo que necesitaba satisfacer de inmediato.

--Te espero en 20 minutos en la parada del autobús frente al Colegio de Enfermería. Llevaré botas blancas y falda azul. Soy rubia de media melena.

No creo en este tipo de encuentros milagrosos. Así que me despedí cortesmente. Cuando escuché el tintineo de aquellas botas bajo mi ventana me incorporé como un rayo a fisgonear. Una chica rubia, de media melena, con botas blancas se dirigía a la parada del bus. Nunca me he quitado el pijama y vestido en menos tiempo. Bajé a la calle. Ella hablaba con un tipo que llegó en un coche de alta cilindrada. Tras la negociación se subió y desaparecieron en la noche. ¿A dónde fueron? ¿Qué hicieron? Refrán: En abril, los amores van a mil. O cuestan 5.000.