Dos hermanas iranís de 6 y 15 años, Sarah y Yasmin Purashemi, se encuentran refugiadas en la embajada de Bélgica en Teherán, donde se presentaron hace tres meses huyendo de su padre y reclamando que las ayuden a volver con su madre belga, país europeo en el que reside.

El ministro iraní de Asuntos Exteriores, Kamal Jarazi, se reunió ayer con su homólogo belga, Louis Michel, para tratar este problema, entre otros asuntos de política exterior que afectan a ambos países. La reunión ministerial provocó, sin embargo, que trascendiera en todo el mundo la peculiar situación de las hermanas, que viven en la embajada belga en Teherán desde el pasado 2 de diciembre. Aquel día, las menores se subieron a un taxi y le pidieron al conductor que las llevara hasta la legación, donde se refugiaron en contra de la voluntad de su progenitor.

Los padres de las niñas se habían separado. El pasado mes de agosto, el marido las llevó a Grecia de vacaciones, circunstancia que aprovechó para trasladarlas a Irán. Un juez de Lieja ordenó el 4 de septiembre una orden de detención internacional contra el progenitor por secuestrar a las niñas, ya que la madre tiene la patria potestad y custodia de las dos.

La situación es ahora especialmente compleja. Si las niñas salen de la legación belga en Teherán, deberían someterse a las leyes de ese país, que sólo reconocen al padre como responsable de las menores, que deberán someterse a las estrictas leyes islámicas.