Hace años, Richard Gere y Cindy Crawford publicaron un anuncio a toda página en The New York Times en el que desmentían sus desavenencias matrimoniales. Se gastaron un dineral y, al final, se separaron. Finalmente su matrimonio sólo había sido una estrategia para acabar con los rumores de homosexualidad de Gere. El actor, de todas formas, era muy amigo de dispendios. Una vez compró todos los asientos de la cabina de primera clase de un vuelo Nueva York--Madrid para que nadie le molestara. Total, le salía más barato que alquilar un avión privado y, encima, iba más ancho.

La moda de publicar anuncios, por lo visto, ha vuelto a Estados Unidos. Yoko Ono se gasta parte de los derechos de autor del fallecido Lennon en una causa noble ya que publica anuncios día sí, día también para mostrar su rechazo a la guerra. Otros, sin embargo, lo hacen para demostrar lo ricos que son. Michael Douglas y Catherine Zeta-Jones contrataron una página en un diario de Los Angeles para comunicar a la cantante Celine Dion su intención de acudir al próximo concierto de la cantante canadiense. ¿No les saldría más barato llamarla por teléfono?

Aunque, a lo mejor, Michel Douglas ha conseguido una tarifa barata, pues no hace ni un mes que él y su hijo Dylan firmaron otro anuncio de página entera para felicitar a su respectiva esposa y madre por los primeros premios recibidos por su papel en Chicago. Ya tiene razón Diandra Locker, la primera esposa de Douglas, al decir que desde que éste --con fortuna de toda la vida-- se casó con Catherine --de origen más humilde-- se ha contagiado de sus aires de nueva rica.