Es probable que se trate de una especie de dolor moderno y muy extendido: tiene lugar cuando el hombre se da cuenta de que sus archivos han pasado a mejor vida, cuando va a encender el ordenador y la máquina le contesta con un crujido, o simplemente no le contesta, o cuando al volver del viaje de bodas se queda sin sonrisa porque la minúscula tarjeta de la cámara se ha estropeado, y no hay fotos, y el hombre piensa que es para pegarse un tiro. En realidad, es la versión siglo XXI de una congoja más artesanal y más pasada, la que tenía lugar cuando el álbum de fotos desaparecía, o cuando en el fondo de un cajón un miembro de la familia encontraba una imagen antigua, de los abuelos, desvanecida y rayada, casi un papel para tirar a la basura. Entonces y ahora la pregunta era la misma. ¿Qué hacer?

Hace unos años abundaban los especialistas en restauración de fotos. Los sigue habiendo, pero la tecnología les amenaza, intenta quitarles de enmedio, va camino de reemplazarlos por los que ahora se consolidan como los nuevos guardianes de la memoria. Se anuncian, es verdad, como simples recuperadores de datos, pero los que han acudido desesperados a sus despachos saben que en su función hay algo magnífico, el aura de los que cuando mueven un dedo logran arreglar el mundo. De hecho, cobran como si lo arreglaran.

LA VIUDA DEL YAK "Un día vino la mujer de un militar muerto en el accidente del Yak --recuerda Alfredo Ruiz, de Ondata International, una empresa especializada en recuperación de datos--. Venía con el portátil de su marido, totalmente quemado, y quería saber si podía salvar algo. El disco duro estaba fatal, pero pudimos hacerlo. Los platos magnéticos estaban intactos. Los sacamos, los reconstruimos en otro disco duro y salvamos la información. Había cartas y muchos recuerdos, y fotos...".

Casi nada en las sedes de estas empresas guarda relación con la naturaleza (¿romántica?) de su misión. Suele haber cables, trozos de ordenador, herramientas de precisión, teclados, monitores encendidos y monitores sin vida. Para manipular el material con seguridad hay unas cámaras especiales que reproducen las condiciones de higiene y hermetismo de los discos duros, y los técnicos responsables entran en ellas vestidos como si dentro hubiera material radiactivo o esporas de ébola. "Debe ser un ambiente libre de humedad y de impurezas", dice Ruiz.

Todo ese despliegue para que no se pierdan las fotos de la boda, o la colección de música, o el vídeo con la primera comunión del hijo. "Lo que más afecta a la gente es perder fotos y vídeos --dice Sonia Ramírez, de RSEData--. Creo que es la principal razón de que vengan". Sin embargo, hay quienes piensan que tiran el dinero a la basura. "La recuperación de datos es obsoleta --explica Alfons Bou, de Xpertlaser--, y si existe es porque los usuarios desconocen que hay productos muy baratos para que no te preocupes por eso. Es un negocio obsoleto".

MUERTES EXTRAÑAS Todo es digital --o va camino de serlo--, todo se puede guardar en el ordenador --y se guarda--, de modo que todo es susceptible de morir por causas extrañas: una tormenta, un súbito cambio de clima, un aumento de tensión, una gran inundación y, menos extraño, un virus, un fallo electrónico, un sabotaje.

En el mejor de los casos, los guardianes de la memoria harán su trabajo por 150, 200 euros, aunque la factura, si el daño es delicado, si el trabajo se prolonga, si la información es extensa, llega a 2.400. Las empresas también los llaman, y pagan más (hasta 6.000), pero su dolor no es tan romántico.