Primer día con mascarillas (todavía más) obligatorias en Cataluña. En las calles de Barcelona, el cambio de normativa se respira con ciertas dudas y mucha, muchísima confusión. Este jueves por la mañana, a primera hora, son muchos, más que ayer, los que pasean con mascarilla. Parece, pues, que la noticia ha llegado a los hogares. «Yo me he enterado esta mañana. De que si no la llevas puesta te puede caer 100 euros de multa. Pero la verdad es que no tengo claro en qué momentos me la puedo quitar», explica Joana, a punto de coger el metro en calle Girona. «No acabo de entender muy bien a qué viene esto. Pero si hay que hacerlo, se hace. En estos meses lo hemos pasado muy mal y no podemos volver atrás», asevera.

Ya en el metro, el silencio del andén queda interrumpido por la conversación de dos hombres que, cómo no, hablan sobre mascarillas. «Un día te dicen que si puedes mantener la distancia no hace falta que la lleves, y al día siguiente dicen lo contrario. Aquí no hay quien se aclare, macho», exclama, indignado, uno de ellos. El transporte público, en el que confluyen miles de viajeros cada día, es uno de los principales focos de eventuales contagios. Así que allí, donde la obligatoriedad de llevar protección es la misma desde hace meses, apenas hay confusión sobre su uso.

La cosa cambia al salir a la calle. En el parque de Carles I, en frente del campus de la Ciutadella de la Universitat Pompeu Fabra, son muchos los estudiantes que aprovechan la sombra de los árboles para repasar antes de selectividad. Entre ellos, Marta, quien, sentada sola en la hierba, revisa unos apuntes de historia con su mascarilla posada sobre la mochila. «Sé que cuando vaya hacia la clase sí tengo que ponérmela. Pero ahora, que estoy sola y apartada, no veo porqué debería llevarla», explica. A su lado, un grupo de jóvenes escucha la conversación y se apunta para preguntar. «Ah, ¿Qué ha cambiado otra vez? ¿Pero ahora tengo que llevarla siempre, siempre, siempre? ¿También si salgo a pasear solo? ¿Y si voy a tirar la basura? », preguntan entre risas.

DEBATE ENTRE EXPERTOS / Estas mismas dudas son las que se van repitiendo una y otra vez a lo largo de la mañana, mientras este diario ha ido conversando con varios barceloneses sobre la medida. Y es que la normativa, publicada el miércoles por la noche y aplicable a partir del jueves, establece que el uso de tapabocas es obligatorio aunque se respeten los dos metros de distancia interpersonal. Al aire libre. En espacios públicos, cerrados y abiertos. En el transporte público. Es decir, siempre. Excepto cuando se haga deporte. Cuando se vaya a comer. O cuando se esté tomando el sol en la playa. O en los casals de verano, ha aclarado la Generalitat.

El debate sobre las mascarillas ha creado cierta confusión también dentro de la comunidad científica. El jefe de Enfermedades Infecciosas del Hospital de Vall d’Hebron, Benito Almirante, ha argumentado que «no hay una evidencia científica clara» para obligar al uso constante de mascarillas, tal y como lo establece ahora Cataluña. «No es una medida proporcionada al beneficio», ha comentado el experto.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), por su parte, aconseja el uso de estos elementos de protección en momentos específicos en los que sabemos que existe riesgo de infección. Como cuando se entra en contacto con un paciente contagiado. O cuando es imposible mantener una distancia mínima entre personas. Otra cosa sería si, como manifestaron cientos de expertos en una carta abierta publicada hace unos días, si el virus se transmite por el aire. Entonces sí que cabría considerar un uso más estricto.

Este debate entre expertos, en las calles se convierte en confusión generalizada. Esta confusión, a veces, choca «con la cabezonería de algunos», reprocha Susana, empleada de una cafetería. «Yo estoy obligada a llevar mascarilla para trabajar, aunque me moleste. Y en el local es obligatorio llevarla puesta. Pero todavía me encuentro a muchos clientes que si les dices algo se enfadan y se van. ¿Qué culpa tengo yo de que estas sean las normas», reflexiona.