Si el número de usuarios de correo electrónico y de telefonía móvil llega actualmente a 1.500 y 4.000 millones de personas, respectivamente, es gracias a un puñado de ingenieros visionarios que hace tres décadas vieron las posibilidades de las nuevas tecnologías de la información. Dos de los más destacados y sin duda de los más famosos, Ray-mond Samuel Tomlinson y Martin Cooper, ambos estadounidenses, fueron galardonados ayer con el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica por haber contribuido "de manera decisiva al avance del conocimiento", como destacó el acta del jurado.

Sin Cooper --teléfono móvil-- y sin Tomlinson --correo electrónico--, las tecnologías habrían avanzado, pero sin dudas de forma más lenta. El jurado, asimismo, destacó que ambas innovaciones contribuyen a democratizar el planeta porque para los países en desarrollo suponen "una fuente de igualdad y de oportunidades que los acerca a servicios básicos como la sanidad y la educación".

DOS INGENIEROS Cooper (Chicago, 1928), ingeniero electrónico, está considerado el padre del primer móvil. Realizó la primera transmisión el 3 de abril de 1973 desde una calle de Nueva York y el destinatario fue el teléfono fijo de Joel Engel, investigador de la empresa Bell Labs. El modelo tardó casi ocho años en llegar al mercado: medía 30 centímetros de largo, pesaba 800 gramos, solo tenía una hora de batería y costaba unos 4.000 dólares de entonces. No obstante, representó una auténtica revolución.

Por su parte, Tomlinson (Amsterdam, Nueva York, 1941), también ingeniero, fue la primera persona que envió un correo electrónico o, como mínimo, un embrión de los actuales e-mails. Cuando Tomlinson inició sus trabajos, trabajaba en ArpaNet, la red militar precursora de internet que el Departamento de Defensa de Estados Unidos estaba desarrollando para interconectar ordenadores por teléfono y mejorar la seguridad del almacenamiento de datos.

Sin el conocimiento de sus jefes, Tomlinson trabajó en secreto y en octubre de 1971 consiguió intercambiar mensajes entre varios ordenadores. El investigador había desarrollado un programa que permitía hacer de cada ordenador un remitente o un destinatario. Para distinguirlos, Tomlinson utilizó por primera vez la arroba, el signo , que separaba la parte del nombre del destinatario del correo electrónico del ordenador receptor (servidor). El primer mensaje enviado por Tomlinson fue un texto indescifrable: las letras que componen la línea superior del teclado: (qwertyuiop).