No habrá un acuerdo concreto de repatriación con España, pero Senegal "asumirá su responsabilidad con sus ciudadanos, como ha hecho siempre". Así lo afirmó ayer en Dakar el ministro de Asuntos Exteriores senegalés, Cheikh Tidiane Gadio, quien además anunció la llegada ayer mismo de una delegación oficial senegalesa a Canarias para "identificar" a sus compatriotas llegados a las islas de forma clandestina. Por su parte, el secretario de Estado de Exteriores, Bernardino León, adelantó que España enviará patrulleras "lo antes posible" a Senegal para la vigilancia conjunta de la costa.

La capital senegalesa es el epicentro de la efervescencia diplomática con la que el Gobierno español trata de dar respuestas a la crisis de los cayucos. Tras el desembarco el lunes del embajador en misión especial Miguel Angel Fernández Mazarambroz, recibido por Senegal con una espectacular operación policial, ayer fue Bernardino León quien, tras un fugaz paso por Mauritania, llegó a Dakar para entrevistarse con los ministros de Exteriores e Interior y volver a Madrid. La próxima semana, León viajará a otros 6 países del Africa Occidental.

Fue visto y no visto, pero hubo tiempo para una rueda de prensa colmada de elogios mutuos y expresiones de sintonía. León agradeció "la comprensión y los esfuerzos" del Gobierno senegalés para afrontar la crisis, a lo que el ministro Gadio respondió afirmando que España ha presentado propuestas "importantes y viables" para encontrar "soluciones duraderas" y gestionar la situación "con humanidad", a diferencia de "otros países", en una velada referencia a la nueva legislación francesa.

Mecanismos legales

León se mostró firme en que "para la inmigración ilegal el único futuro es la repatriación", e insistió en que "no hay que olvidar que hay mecanismos para la inmigración legal", si bien no aclaró si habrá cambios en la restrictiva política de concesión de visados. Tampoco hubo mayores precisiones sobre las propuestas de cooperación para el desarrollo, el otro gran eje de la acción diplomática del Gobierno español ante la crisis.

El despliegue a gran escala de las fuerzas de seguridad senegalesas, que el pasado fin de semana interceptaron a 19 cayucos y detuvieron a 1.500 personas se mantendrá, según fuentes cercanas a la Marina, al menos mientras duren las reservas de carburante para las patrulleras. Por el momento, la Marina senegalesa afronta la cara logística de la operación con sus propios medios, a la espera de que la semana próxima el Consejo de Ministros desbloquee otras partidas y llegue la ayuda exterior.

Según las mismas fuentes, las autoridades creen que si logran evitar las salidas de cayucos desde su costa durante unas semanas las rutas de la emigración clandestina se desplazarán una vez más hacia el sur, en este caso hacia GuineaBissau. Ello liberaría a Senegal de presión pero, lejos de resolver nada, no haría más que acrecentar el riesgo para los navegantes con el aumento de la distancia. Además, los medios de Guinea-Bissau para afrontar una situación de este tipo son extremadamente precarios.

Asimismo, los responsables de la Marina senegalesa confían en la llegada del mal tiempo. A partir de finales de julio, las condiciones meteorológicas en esta zona del Atlántico empeorarán, y las autoridades esperan que ello tenga un efecto disuasorio.

Mauritania expulsa

Aunque lo cierto es que, sin ir más lejos, la única consecuencia conocida del mal tiempo del pasado fin de semana fue que la Marina mauritana volvió a localizar varias embarcaciones a la deriva y a llevar a sus ocupantes al centro de retención de Nuadibú (norte), que ayer albergaba a 333 personas atendidas por la Cruz Roja española a la espera de ser repatriadas. Un grupo de 40 salió el lunes hacia la capital, Nuakchot, y de allí hacia Rosso, la frontera con Senegal.