Aseis países señalan las oenegés ecologistas y organizaciones de defensa del clima como principales responsables del sabor agridulce que deja la cumbre de Madrid. Son seis grandes países contaminantes, afirman las entidades: Estados Unidos China, India, Japón, Brasil y Arabia Saudí -esta última, denuncian, ha actuado de modo silencioso, pero imponiendo una fuerte influencia sobre otros países que dependen de su petróleo- han bloqueado la posibilidad de alcanzar un acuerdo más ambicioso, «a pesar de las demandas de los países más vulnerables, la sociedad civil y millones de jóvenes de todo el mundo que piden una acción climática inmediata», lamenta, por ejemplo, la organización WWF.

El documento Chile-Madrid. Tiempo de actuar, en el que se recogen las conclusiones de la Cumbre del Clima celebrada durante las dos últimas semanas en la capital española, deja en general muy insatisfechos a los movimientos sociales. Los políticos siguen sin abordar la justicia social y mantienen una «gran brecha» entre las demandas de la ciudadanía y la «inacción» de los gobiernos, deploran. Han dejado pasar, además, una ocasión de oro para poner remedio a los problemas sobre los que viene alertando la comunidad científica, que les urge a actuar ya.

«EDIFICIO EN LLAMAS» / «A medida que se acababa el tiempo, la cumbre se parecía cada vez más a una situación de rehenes en un edificio en llamas, junto con la mayoría de negociadores, la gente y el planeta han sido cautivos, de la industria de combustibles fósiles y algunos gobiernos ruidosos», lamenta Fridays for Future.

«No han estado a la altura de la ciencia ni de los gritos de la calle», señala la directora ejecutiva de SEO/Birdlife, Asunción Ruiz, quien, pese a todo, reconoce algunos tímidos avances. «Al menos, se ha logrado introducir la naturaleza y su función en la lucha contra el cambio climático, gracias a que muchos países han logrado aislar a Brasil en su pretensión de no incorporar el papel de los océanos y el uso de la tierra» en esta lucha.

One Ocean valora positivamente «el tan esperado» reconocimiento que la cumbre ha dado al papel de los océanos, pero considera que la declaración final es «insuficiente» por sus carencias para enfrentar la emergencia climática.