La capacidad de los ecosistemas terrestres para captar y secuestrar dióxido de carbono (CO2), el principal gas responsable del aumento del efecto invernadero, está llegando al límite y es cada vez menor su fuerza para contrarrestar las emisiones de origen antrópico. El calentamiento global, en definitiva, lo tiene ahora más fácil para seguir prosperando. Estas conclusiones proceden de un análisis elaborado por investigadores del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF), en el campus de Bellaterra, que ha analizado el ciclo del carbono y la capacidad de absorción de la biosfera.

Durante las tres últimas décadas, las emisiones de CO2 y nitrógeno atmosféricos han actuado como fertilizante y han hecho que la Tierra sea hoy más verde, pero la vegetación a escala global ya muestra síntomas de estar saturada y empieza a ser menos productiva.

Según explica el coordinador del estudio, Josep Peñuelas, investigador del CSIC en el CREAF, la menor productividad y la desaceleración de la captación de CO2 provocarán un cambio de escenario: «De un escenario global dominado por los efectos positivos de la fertilización de carbono y nitrógeno pasaremos hacia otro periodo caracterizado por la saturación de los ecosistemas y con mayores impactos del cambio climático», comenta.

En la investigación, que se ha publicado en la revista Nature Ecology & Evolution, han colaborado también científicos de Australia, China, Bélgica y Francia.

Gracias a los ecosistemas terrestres, anualmente se retira cerca de un tercio de las emisiones de CO2 que generamos los humanos con el uso de los combustibles fósiles, la industria y el cambio de usos del suelo. Otra cantidad cercana al 20% la absorben los océanos. Los porcentajes se pueden estimar tanto en laboratorio como en ambientes al aire libre. También se puede cuantificar cómo crece la vegetación de una parcela en función de la cantidad de CO2 que hay en el ambiente o que se añade artificialmente, comenta Peñuelas.

«Si las emisiones humanas siguen aumentando y los ecosistemas cada vez son menos eficientes a la hora de retirar el carbono, pasaremos de un escenario donde el exceso de CO2 ya no actuará tanto como un fertilizante que favorece el crecimiento de la vegetación y avanzaremos hacia un periodo con más CO2 en la atmósfera», alerta el científico.

De hecho, «no solo los ecosistemas podrán secuestrar cada vez menos carbono, sino que este permanecerá menos tiempo en las plantas y los suelos y será devuelto antes a la atmósfera», añade Jordi Sardans, coautor e investigador del CREAF.

Los ecosistemas ayudan a frenar los efectos del incremento de CO2 y a reducir los impactos del cambio climático. Pero actualmente la falta de otros nutrientes, como el potasio y sobre todo el fósforo, y los cambios en el clima empiezan a ser unos obstáculos insalvables y limitan el crecimiento de las plantas. «La disponibilidad de nutrientes en el futuro será la que marque la capacidad de la vegetación para retirar el carbono de la atmósfera. Es necesario que entendamos mejor cómo funciona el ciclo del fósforo», explica Marcos Fernández Martínez, investigador del CREAF y coautor del estudio.

UN LÍMITE INFRANQUEABLE / «La severidad de fenómenos climáticos como las sequías también son especialmente negativas para la productividad de las plantas, sobre todo si ocurren en periodos de crecimiento de la vegetación», prosigue Jofre Carnicer, autor del estudio e investigador del CREAF. De hecho, un calentamiento global de 2ºC no incrementaría mucho la frecuencia de olas de calor. Pero, con un incremento de 3ºC, veranos tan calurosos como el del 2003 se producirían cada tres o cuatro años, lo que afectaría a la captación de carbono de los bosques mucho más que hasta ahora.