La nacionalista filosofía de «América primero» de Donald Trump vuelve a aparecer en la lucha contra el coronavirus, colocando otra amenazante sombra sobre el combate global contra la pandemia. Este lunes la Administración de Estados Unidos anunció un acuerdo con la farmacéutica californiana Gilead Sciences por el que Washington acapara prácticamente toda la producción de los próximos tres meses de Remdesivir, el primer fármaco autorizado que ha demostrado efectividad como tratamiento al acelerar la recuperación de algunos pacientes hospitalizados por covid-19.

El acuerdo es «asombroso» según el adjetivo elegido para definirlo en el comunicado de anuncio de la operación del secretario de Sanidad estadounidense, Alex Azar. Lo que no resulta es sorprendente pues llega de un gobierno que ha acostumbrado a las actuaciones unilaterales, que, como otros al inicio de la pandemia, se lanzó de cabeza a una guerra sin cuartel para tratar de asegurarse suministros médicos y de protección y que ya ha acudido a la Ley de Producción de Defensa para frenar la exportación de suministros médicos fabricados en Estados Unidos.

También se trata de un acuerdo alarmante. Hace temer que el Gobierno de Trump, que no ha conseguido poner bajo control una pandemia que ahora está desbocada en el sur y el oeste del país, intentará aplicar la misma estrategia de acumulación con potenciales nuevos tratamientos o ante la eventual vacuna.

Ese miedo es el que planteaba en The Guardian el doctor Andrew Hill, investigador en la Universidad de Liverpool. «¿Dónde está el mecanismo para el acceso? Otra vez estamos al final de la cola. Imaginen que fuera una vacuna. Sería una tormenta. Pero quizá es un aperitivo de lo que está por venir». Y se entiende leyendo el comunicado en el que Azar avanzaba que «la Administración Trump hace todo lo que está en su mano para aprender más sobre terapias para covid-19 que pueden salvar vidas y asegurar al pueblo estadounidense el acceso a estas opciones».

FINANCIACIÓN / Desarrollado inicialmente para tratar hepatitis C y el virus sincitial respiratorio, el antiviral Remdesivir se probó, como en los primeros casos sin éxito, con el ébola, un momento en el que empezó a participar financiando su investigación y estudios el Gobierno estadounidense. A finales de abril el antiviral obtuvo resultados prometedores en un ensayo clínico de los Institutos Nacionales de Salud de EEUU, mostrando una reducción del tiempo de hospitalización de algunos pacientes de covid-19 con neumonía y necesidad de oxígeno. Dos días después, el 1 de mayo, recibió una Autorización de Uso Urgente de la Agencia del Fármaco estadounidense (FDA por sus siglas en inglés). La semana pasada la Agencia Europea del Medicamento recomendó que se permitiera su autorización en la Unión Europea.

Las primeras 140.000 dosis de Remdesivir que se donaron para ensayos en todo el mundo ya se han agotado. Y ahora más de 500.000 dosis (el 90% de la fabricación de julio y el 100% de la de agosto y septiembre) irán a hospitales de EEUU en virtud del acuerdo alcanzado con la Administración Trump.

Eso deja prácticamente sin acceso a Europa y buena parte del resto del mundo, porque Gilead tiene la patente del Remdesivir, lo que impide que lo produzcan otras compañías en países desarrollados. Y aunque lugares como India o Bangladesh tienen autorización para fabricar y vender internamente genéricos (igual que otros 125 países pobres o en vías de desarrollo a los que Gilead también lo permite hasta que la OMS declare el fin de la pandemia), la distribución está vetada fuera.

El lunes no solo se anunció el acuerdo de Gilead con el Gobierno sino que la farmacéutica hizo público su plan de precios ahora que han acabado las donaciones y empiezan las ventas del fármaco, que se usa en el 90% o 95% de los casos en un tratamiento corto de cinco días y seis dosis (dos el primer día) y menos frecuentemente en uno de 10 días y 11 dosis. En los países desarrollados fuera de EEUU, donde los gobiernos negocian directamente los precios de los medicamentos, se cobrarán (cuando se pueda adquirir el fármaco) 390 dólares por dosis, lo que equivale a 2.340 dólares para el tratamiento corto y 4.290 dólares para el largo.

Dos precios en EEUU / Paradójicamente, habrá dos precios. Determinados programas y agencias del Gobierno podrán adquirirlo al mismo que los otros países pero los compradores no gubernamentales, como los hospitales, pagarán un 33% más y la factura de Remdesivir subirá hasta 2.120 dólares por el tratamiento corto y 5.720 dólares para el largo. Dado el maquiavélico sistema de cobertura sanitaria de EEUU, la factura que acabará llegando a los estadounidenses variará dependiendo de su seguro, les de cobertura una póliza privada o el sistema público de Medicaid (que cubre a pobres) y Medicare (para mayores).