Después de 136 días, de que 780 millones de litros de petróleo hayan contaminado las aguas del golfo de México, de que se disolvieran en la superficie y en las profundidades 7,5 millones de litros de productos químicos para tratar de paliar los efectos de ese vertido, de que se realizaran 411 incendios controlados y de que se desplegaran 4.000 barcos, 30.000 personas y más de 3.000 kilómetros de barreras de redes para tratar de mantener alejada la marea negra de las costas de seis estados del sur de Estados Unidos, Macondo, el pozo que perforaba BP en aguas profundas y que explotó el 20 de abril dejando 11 muertos y provocando uno de los peores desastres medioambientales de la historia del país, ha dejado de vomitar crudo.

"Hoy ha sido un buen día", constataba el sábado el almirante retirado de la Guardia Costera Thad Allen, el hombre que la Administración de Barack Obama puso al frente de la respuesta al accidente y que prácticamente por primera vez dejó que el optimismo se impusiera a la cautela. "El pozo no constituye en este momento una amenaza al Golfo de México. Básicamente --concluyó--, está asegurado".

FALTA RELLENAR EL POZO Quedan ahora varios pasos para convertir en definitivo ese "básicamente". Entre ellos, hay que culminar el relleno del pozo con barro y cemento (incrementando aún más la columna de 1,5 kilómetros con que se taponó Macondo en un proceso denominado top kill). También hay que completar 15 metros de conexión que desviarán Macondo al pozo alternativo que ha tardado meses en perforarse, un pozo desde el que se debe inyectar el resto de material para bloquearlo definitivamente en el proceso que se conoce como bottom kill.

Pero se han dado ya pasos vitales. Se ha retirado ya completamente la campana de seguridad temporal con la que logró frenarse el volcán submarino de crudo a mediados de julio. El viernes, además, finalmente se retiró de las profundidades el blowout preventer, el mecanismo de seguridad que debería haber frenado el vertido cuando se produjo la explosión del pozo pero falló, y fue sustituido, sin que en el proceso se produjeran problemas, por uno nuevo (que debe funcionar si surgen problemas durante el bottom kill).

Macondo podría en menos de una semana convertirse en uno más de los miles de pozos que yacen ya vacíos en los fondos del golfo de México. Pero el fin de su vertido no significa que hayan acabado sus consecuencias.

INTERROGANTES Y PROBLEMAS Los científicos alertan sobre los interrogantes y problemas que puede plantear el inédito uso de disolventes directamente en la fuente del derrame que se ha probado en este accidente, contribuyendo a que la marea negra no llegara a la superficie. La recuperación medioambiental y económica de la zona se augura como un largo e incierto proceso, por más que BP se haya gastado ya 6.200 millones de euros en la respuesta al accidente y haya comprometido a un fondo voluntario (aunque bajo presión de la Casa Blanca) otros 15.500 millones. A pesar de la moratoria impuesta a las perforaciones en aguas profundas y el impulso a cambios legislativos, además, nadie augura que Estados Unidos vaya a prescindir en un futuro inmediato de la explotación petrolera de una zona en la que se produce un tercio del petróleo nacional.