EEUU ha incluido al oso polar en su lista de especies amenazadas, convirtiéndolo en el primer animal que Washington protege de los efectos del cambio climático. Pero lo que inicialmente pudo parecer una victoria largamente buscada por los grupos de defensa de los animales y el medioambiente, se reveló de inmediato como otro ejercicio de malabarismo de la Administración de George Bush en su política medioambiental. Porque a la vez que incluía al oso polar en la lista, anunciaba medidas para garantizar que esa clasificación no supondrá trabas para que sigan desarrollando su actividad en territorios donde habita el plantígrado empresas de explotación de petróleo y gas y otras compañías que, con su emisión de gases, contribuyen al deshielo.

El secretario de Interior, Dirk Kempthorne, habló de las pruebas científicas sobre el brutal ritmo de deshielo para explicar la inclusión del oso polar en la lista, decisión que calificó de "difícil". Ha sido la presión del Centro para la Diversidad Biológica, de Greenpeace y del Consejo de Recursos Naturales la que ha forzado a la Administración a tomar una decisión, tras acudir a los tribunales.