Con los 250 pasajeros (50 menores) que a media tarde aterrizaron en Barajas en el vuelo MPD302 de Air Comet (solo un par de viajeros fueron retenidos por los agentes de la aduana), España cerró ayer definitivamente la puerta a la entrada de bolivianos sin visado. Decenas de miles han entrado desde octubre. ¿Cuántos? La prensa boliviana publicaba ayer las cuentas que la embajada española en La Paz ha realizado sobre tan masiva migración. Calculan las autoridades de aquella legación que en España viven ya, con o sin papeles, entre 200.000 y 300.000 bolivianos. Si así es, pueden ser ya, codo con codo con los colombianos, la segunda comunidad latinoamericana más nutrida, por detrás de la ecuatoriana.

Hasta 265.141 colombianos había censados en España el 1 de enero del 2006. En esa misma fecha, había 139.802 bolivianos. A los primeros se les exige visado desde el 2001. A los segundos, desde hoy. La publicación del próximo censo oficial aclarará las cifras, pero los padrones municipales son una pista.

Desde esa perspectiva hay que entender la importancia del aterrizaje del vuelo de MPD302 de Air Comet. Este partió del aeropuerto de Viru Viru de Santa Cruz (Bolivia) a las siete de la mañana (España) cargado de unos pasajeros que no las tenían todas consigo. El temor era bien visible en rostros como el de Marlene Cruz, que esperaba impaciente la llegada de sus dos nietas de 5 y 6 años. "Mi yerno, que trabaja en España desde hace cuatro años, ha viajado a Bolivia para traérselas y hacer la reagrupación familiar", contó.

Marlene confesaba emocionada que se les había hecho "muy duro" haber estado tres años sin ver a las pequeñas. "No podíamos esperar más, sobre todo después de lo del visado. Las niñas ya no deben de conocer a sus padres", relataba. Curiosamente, Marlene no ve con malos ojos que a sus compatriotas les exijan el polémico visado. "Es una forma de que lleguen las ofertas de trabajo a través de la embajada y evitar así la especulación. Lo que no puede ser es que te cobren tanto por venir hasta aquí y que luego o te devuelvan a casa o te encuentres con que no tienes trabajo para poder devolver el dinero prestado", denunciaba.

Su miedo era el mismo que atenazaba a las 200 personas que esperaban a sus familiares agolpadas tras la barandilla.