TCtada vez que escucho Mirando al mar de Jorge Sepúlveda vuelvo a ser niño y mi madre una joven que canta sus coplas en la cocina. Supongo que a usted también le gusta recordar, puesto que recordar significa pasar de nuevo por el corazón, y ya se percató Woody Allen de que el corazón es el segundo órgano que más satisfacciones nos reporta. Solo que el mío es una caja de música donde reverdecen los recuerdos al ritmo de un disco de los Beatles , de una copla de Serrat . La memoria individual es así, sentimental y caprichosa, pero al menos consuela saber que es la tuya, y que es verdadera. Otro cantar es la memoria colectiva, eso que llaman Historia, más manipulada que la renta de un inmobiliario marbellí. Con la memoria colectiva no sabe uno a qué carta quedarse. Por ejemplo, con lo del 2 de Mayo: lo que para unos es un homenaje a los patriotas es para otros una artimaña de los aristócratas con que evitar que entrasen en vigor las leyes reformistas de José Bonaparte , que les convenía bien poco. A saber. O los 75 años de la República, que unos ven como símbolo de progreso y otros como aberración en cuyo recuerdo habría que gastar menos energías que en el cumpleaños de la mona Chita, que también cumplió 75 por estas fechas. Pero, de todas las efemérides recientes, incluyendo la del Día del Libro, la única cierta y triunfante es la de los 40 años de los 40 Principales. Nada tan ajustado a nuestra sociedad como ese invento. Su filosofía contagia la política, la música, el arte, el vivir. El triunfo de la medianía. Opá, voiacé un corrá , dice uno de sus éxitos. Lo que no dice es que el corral ya está hecho, y con la tapia bien alta y nosotros dentro.